José Enrique Gallardo Monje

Miércoles Santo: el Prendimiento

Tribuna cofrade

05 de abril 2023 - 01:30

Ha amanecido Miércoles Santo en el Barrio de Santiago. Pudiera parecer una simple frase que sólo describe un instante. Pero nada más lejos de la realidad. Si amanece Miércoles Santo en el Barrio de Santiago hay que ir mucho más allá de las palabras. Por eso, el que ahora escribe, probablemente no pueda definir con palabras la amalgama de emociones y sentimientos que brotan de las entrañas de cualquiera que sienta como suyos a Jesús del Prendimiento y a la Virgen del Desamparo.

Yo diría que la Hermandad del Prendimiento llega a ser mucho más que una cofradía. Probablemente, por ello también, todo lo que ocurra en sus entrañas se magnifique, tanto para lo bueno, como para lo malo. Por supuesto, en este artículo, voy a obviar lo malo y elevaré lo bueno de mi cofradía, de mi Barrio y de mi gente. Ya hace algún tiempo que comencé a darme cuenta que a las cofradías no las hacen grandes sus imágenes sagradas o su patrimonio. Las hacen grandes las personas que las rodean a lo largo de su historia y lo que estas personas han logrado construir a su alrededor. No hace falta que estas personas sean ni si quiera hermanos de la cofradía, sino simples devotos de la misma.

En el caso del Prendimiento, es innegable la enorme influencia del barrio de los artistas, que no es otro que Santiago, junto al de San Miguel, en Jerez. Sería injusto también no reconocer a los grandes mecenas de mi hermandad, ya que a ellos les debemos gran parte del rico patrimonio artístico que poseemos, teniendo como vértice de todos ellos a D. Pedro Domecq y de la Riva.

No puedo negar la sublime calidad artística de la imagen de Jesús del Prendimiento, obra cumbre del Barroco y ante la que yo me rompo. Además sé que, aunque obra de arte, tiene una unción especial. Hay algo divino en Él más allá de ser una imagen sagrada. El artista que lo talló fue inspirado por Dios. Estoy completamente seguro.

Pero para mí el Prendimiento, más que la imagen, y desde la honestidad, es mi abuela "Mercedita Rincones", hablándole con la confianza que se le habla a cualquier ser querido y llorando de emoción. O aquella anécdota que me cuenta en la que después de recogerse la cofradía, se formó una fiesta en su casa, en el número 23 de la calle de la Sangre, con todos los artistas de la época y en la que Camarón no quiso cantar después de escuchar por bulerías a Tia Anica "la periñaca".

Para mí, el Prendimiento es mi abuelo Enrique "Macarra", hablándole como si fuera un médico divino (que lo es), y señalándole dónde le dolía con sus manitas, cuando comenzó a padecer el Alzheimer. Para mí, el Prendimiento es mi abuelo Antonio Gallardo Molina, y todo lo bello que le escribió, así como su insigne plegaria a la Virgen del Desamparo. Para mí, el Prendimiento es mi padre José, y esa inmortal plegaria dedicada a quien tiene "las llavecitas del Firmamento". Para mí, es mi madre Tomasa, y esa cara de princesa gitana, buena y noble, como la de mi Desamparo.

Para mí, el Prendimiento es la guitarra de Moraito. El misterio y torería de Rafael. El compás de Diego Carrasco y los pinceles de Juan Grande. Es la sonrisa y el bordón de Periquín. Es la voz rajada de Cantarote. Es Terremoto y Tío Sordera. Es la saeta del Guapo y la bulería de los zambos. El eco de la Macana. La composición de Manuel Alejandro. Es el olivo de Tío Realo. Es el Tío Antonio Soto y su templanza. Es la personalidad de Curro y Fernando de la Morena. La originalidad de Luis de la Pica. Es Tío Paula hablándome a través del respiradero cuando los kilos pesan de vuelta. Es el "age" y el arte de Diego Pantoja. Son las tatas de la Peña Tío José de Paula. Son mis hijos vestidos con la túnica roja y blanca. El Prendimiento son mis amigos y mis primos. Es mi familia y, en definitiva, es Santiago, la calle Nueva y Cantarería. Esa es la Hermandad en la que yo creo.

Ese es el Prendimiento que a mí se me clava en el alma, y aquel al que rezo en la intimidad de mis noches. Son mis valores y mis principios. Esos con los que iré esta tarde y noche revestidos, con mi faja y mi molía, bajo mi devoción personal; la Virgen de corales que me enamoró de niño, y a quien debo mis Miércoles Santos desde hace 19 años. La Virgen del Desamparo. Sin van a ver esta tarde el discurrir de la Hermandad, mi consejo es que más que verla, la sientan. Si ustedes llegan a eso, a saber que es ese pellizco que se te pega a las tripas, habrán entendido "algo" de lo que es el Prendimiento.

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