Jaime Sicilia
FEDEX (-0,91%)
Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que hablé con una leyenda del Xerez CD. Fue con Pepe Ravelo. Tendría unos 8 años, mi padre me llevó a la tienda de deportes que tenía en mediación de la calle Francos. Me compré unas botas de fútbol Munich y recuerdo que Ravelo me preguntó con su deje chicharrero que cuál era mi equipo y yo orgulloso le dije que era el Xerez CD. Cuan salí de la tienda no cabía de gozo, Ravelo había estado hablando conmigo.
Cuando los sábados por la tarde jugaba al fútbol con mis primos en la Asunción, donde íbamos a ver a mis abuelos, solía pedirme a Dieguito, mientras mis primos decían ser Juanito o Cruyff, pero es que yo veía jugar al de la Margara en el Domecq y ellos no. Años después cuando jugaba a balonmano, me lo encontré en el Polideportivo, había entrado a trabajar de celador. Nos atendía siempre con una sonrisa, pero para mí era mucho más que el encargado de los vestuarios, era Dieguito el jugador con más arte que había visto de chico en un campo de fútbol. Él no podía intuir la admiración que le profesaba.
Cuando el 18 de mayo de 1986, Antonio Poyatos marcó aquel gol del ascenso ante el Ceuta, yo estaba con mi padre en fondo norte. Tras saltos de alegría, abrazos y aplausos terminamos yéndonos para casa. Camino del Pelirón estuve todo el rato explicándole a mi padre cosas sobre Poyatos. Que si Poyatos había jugado a Balonmano en las Abiertas, que si en el Coloma yo había jugado con él a baloncesto, que si en el recreo había hablado con él de tal o cual historia, que si era un portento físico. Todo para hacerle ver que conocía al hombre más importante ese día para el xerecismo.
A la temporada siguiente, ya con el Xerez en Chapín, Ignacio Estrade me dio la oportunidad de iniciarme en la radio deportiva. Fue en la desaparecida Radio Arenal de la Cadena Rato. Había comentado con él un par de partidos, al término del segundo me dijo si quería bajar a la zona de vestuarios para hacer entrevistas a los jugadores con una grabadora, mientras él cubría en directo las ruedas de prensa de los entrenadores. Le eché el morro de los 18 años y allí que me fui, en la puerta del vestuario, pero cuando salieron los dos o tres primeros jugadores no era capaz de pedirles una entrevista. Menos mal que vi a algún periodista retener a los jugadores, bien podía ser Manolo Morales o Willy Doña. Aprovechando la circunstancia, esperé a que terminaran y apreté los botones de la grabadora. Frente a mí tenía nada más y nada menos que a Sanabria. "Dante, ¿qué le ha parecido el partido? Bien. ¿El árbitro no ha incidido en el juego? No. ¿Se le ve a gusto en esa posición en el campo? Sí. ¿Los tres puntos le vienen muy bien al Xerez? Sí". No sé si me atreví a hacerle alguna pregunta más, porque la sensación de ridículo que me embargaba iba en aumento con cada nueva que le formulaba.
Años después, el Xerez ascendió en Chapín frente al Gramanet con un gol de Fernando Román. Yo tuve la suerte de contar con toda la plantilla en el plató de Onda Jerez en un especial que hicimos por motivo de dicho ascenso. Los entrevisté a todos. Chicha, Miguel Ángel, Paco y Javi Peña, Juan Pedro, Mara, Asencio Castillo, Raúl Molina y por supuesto al goleador del ascenso Fernando Román y pudimos recordar su barriada, Los Pinos, y esos partidos que jugaban contra los niños del Pelirón.
Esta temporada, acudí a ver un partido del Xerez y me topé de frente con Drago Cakic. Nos fundimos en un abrazo, hacía años que no sabía nada de él. Nos pusimos al día en unos segundos y después empezamos a recordar algunos de sus momentos gloriosos dentro y fuera del campo. Uno de los talentos más descomunales que he visto en un terreno de juego y de otro tipo de talento fuera. Antes de despedirnos nos hicimos una foto.
Están son algunas de las historias que le cuento a mi hijo cuando le hablo de mis leyendas xerecistas. El resto las dejaré para otra ocasión. Lo importante es que llegarán nuevas en los próximos años, que no le quepa duda a nadie.
También te puede interesar