Jaime Sicilia
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Bienteveo
El ataque perpetrado el pasado lunes en aguas del puerto de Barbate; ese pueblo que un mal nacido cómico señaló con su pretendida gracieta como el paradigma de todos los males del universo hace ya algunos años, aunque la mayoría de sus habitantes sean personas trabajadoras como las de cualquier otro lugar; ha colmado además de la paciencia de muchos españoles de bien cualquier nivel de ausencia de cordura y respeto a la ley. Aunque con la mejor intención el articulista del Grupo Joly, Eduardo Jordá, en su habitual columna “En tránsito” del pasado miércoles, que titulaba con el nombre de ese pueblo gaditano, manifestara que “lo que pasó en Barbate es una de las pocas cosas que nos van a sacar de nuestra confortable anestesia moral”, mucho me temo que el deterioro de los valores en la sociedad española, provocado por las sucesivas políticas de quién aún sigue presidiendo el ejecutivo, no ofrece la menor garantía de que el vil asesinato de dos servidores de la ley, como el propio Rey los ha calificado, ya que la penosa actuación del Ministro del Interior en este nauseabundo atentado a varios miembros de la Benemérita, con la muerte de dos de ellos, en cualquier otro lugar; en cualquier democracia que se precie; habría provocado no ya la dimisión del dicho miembro del Ejecutivo sino su cese inmediato. Mientras que en el caso que nos ocupa nuestro primer ministro y todo su numerosísimo ejecutivo han salido en tromba a defenderlo, como si en ello les fuera la continuidad de sus cargos…
Por eso tengo muy serias dudas que ni en la cercana Isla de León, de donde era natural uno de los guardias civiles asesinados - ¿todavía seguiremos llamándolo presunto, compañeros periodistas? - finalmente su regidora socialista considere oportuno declarar luto oficial para no alterar sus festivos carnavales y que, siguiendo la definición popular, me temo que no haya que despegar de sus poltronas a ciertos responsables con un buen cubo de agua caliente.
Este asunto de la droga y las mafias que, desde hace años; primero sería con el tabaco; campan a sus anchas entre el vecino del sur y nuestra provincia, es de sobra conocido por todos y al que nunca se le ha dedicado ni la necesaria solución, ni por supuesto los medios requeridos; como lo es también la invasión incontrolada de inmigrantes procedentes del continente africano, al igual que ocurre con las Islas Canarias. Como tampoco se han aplicado los medios y medidas obligadamente necesarias para que todo el Campo de Gibraltar dejara de una vez por todas de ser zona deprimida, donde el paro y la falta de empleo estable y digno ha llevado a cientos de personas a convertirse en cómplices de las mafias que son las que se enriquecen con esta lamentable situación y reparten – no se olvide – mucho dinero a tanto colaborador.
Y a todo esto, ¿qué se hace? Pues acabar con un plan que funcionaba para controlar en alguna medida este gravísimo problema, dejar en sus bases desde hace meses las patrulleras averiadas de la Guardia Civil, enviar a unos pocos agentes a jugarse la vida, en una minúscula embarcación, frente a las fortísimas y poderosas “gomas” y aferrarse al cargo, sin sentir la menor vergüenza…
Ojalá que como presupone en su comentado artículo el compañero antes citado, este vomitivo asunto ocurrido en aguas gaditanas sirva para despertar, por fin, la conciencia de los anestesiados ciudadanos de bien para que dejen de ser mayoría silenciosa y contribuyan a recuperar la cordura y el respeto en la atribulada sociedad española del momento…
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