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Álvaro Romero
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Tribuna Económica
Por fin se están dando premios Nobel de Economía a personas con un altísimo nivel técnico, pero con amplitud de miras y que tratan asuntos socialmente valiosos. Este año lo recibe Claudia Goldin, de Harvard, por una vida dedicada al estudio de la desigualdad entre hombres y mujeres, pero también en el acceso a la educación y a los frutos del progreso tecnológico. Su tarea no es sólo buscar en archivos, sino construir una historia de la desigualdad de la mujer calculando salarios en especie, días y horas trabajadas, tipos de trabajo, y la evolución de la sociedad agrícola a la industrial y a los servicios; para ello utiliza técnicas de análisis de datos, y funciones de producción donde en teoría el trabajo tendría que ser remunerado por su productividad, lo que no es así ni en términos absolutos, ni relativos cuando se diferencia por sexo o capacitación, supuestos que como otros sobre género, Goldin demuestra que son falsos.
En España obtuvo el Premio de la Fundación BBVA por ser pionera en destacar la brecha de género, un premio en cuyo jurado hay dos premios Nobel y economistas que podrían serlo como Arellano o Mas-Collel. Pero también la han tomado como referencia en sus trabajos los profesores Dueñas, Iglesias, Llorente y Sarasúa sobre la forma en que la mujer participa en el mercado de trabajo; Muñoz Abeledo para la actividad femenina en la industria pesquera; de la Rica, Gorjón y Vega sobre la brecha de género en Euskadi; y Sánchez Alonso en las migraciones. Son una muestra de cómo ha calado e influye esta mujer en nuestro país.
Estos trabajos científicos permiten un nivel de conocimiento que, más allá de opiniones, ayudan a establecer políticas y cambiar costumbres. La legislación e institucionalización estatal y local es muy importante, frente a reacciones que intentan dan marcha atrás. En la discusión sobre la tasa de natalidad, por ejemplo, está desde luego el principio de libertad de la mujer para seguir adelante o no con un embarazo; pero qué duda cabe que un entorno de apoyo real influye en las decisiones. Los defensores de la natalidad tendrían que demostrar sus principios con hechos económicos como guarderías asequibles, que no cierran en verano y se adaptan a la vida laboral actual; ayudas que no tardan meses en pagarse por la comunidad autónoma; empresas dispuestas a cumplir los criterios de responsabilidad social y gobernanza con los que están comprometidas; y desde luego, el cambio profundo de mentalidad necesario en la pareja, en su caso, sobre el cuidado integral de los hijos.
Estas ideas pueden parecer simples para un premio Nobel, pero en realidad la Economía tiene sentido si contribuye al bienestar de las personas, de forma concreta y medible. Keynes decía que gente que se piensan libres de influencias intelectuales, suelen ser esclavos de un difunto economista, pues en Economía se han alumbrado ideas que en su momento no eran tan evidentes, y luego se han hecho comunes. Goldin afortunadamente vive, y sigue aportándonos conocimiento sobre las diferencias de género, y otras, y más bien ocurre que, a veces, sus ideas son esclavas de gentes que no las conoce en profundidad, las interpreta mal, y las confunde, intencionadamente o no.
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