75 Noches de Jesús. 1948-2023

06 de abril 2023 - 01:32

Qué ajena estaba mi madre cuando una fría mañana del año 1948 cruzó el umbral de la capilla de San Juan de Letrán con su pequeño hijo enfermo y enclenque. Como con lágrimas en los ojos imploraba a Nuestro Padre Jesús Nazareno la curación de su hijo. Setenta cinco años después, es aquel hijo quien las siguientes 75 Noche de Jesús cumpliría fielmente tu promesa, que la hice mía y de todos los tuyos.

De muy joven, me preguntaba cómo una mujer tan modesta, que no sabía leer ni escribir, había sido tan inteligente, que, a pesar de sus muchas necesidades familiares, había depositado su total y profunda esperanza en Jesús. La que supo insuflar en sus hijos, con la convicción que todos aquellos que confían en Jesús superan todos los males del cuerpo y del alma.

Llegué a entender que mi madre, aun rodeada de pobreza, era enormemente rica. Sus profundas devociones religiosas, les hacían superar toda clase de dificultades.

Su total y profunda confianza en su Jesús me hacía recordarla continuamente en mis muchas estaciones penitenciales, de tal manera que, cuando miraba la cara de sufrimiento de la Virgen del Traspaso, en sus bellos y llorosos ojos, aparecían los de ella.

Con el paso de los años llegue a la conclusión de que mi madre, como aquella fría mañana, seguía llevándome en brazos. Solo que ahora la veía en mi imaginación feliz porque su catequesis devocional había germinado tan profundamente en sus hijos que, bajo el manto de su Virgen del Traspaso, iba portada durante muchos años por sus hijos y después sus nietos. Teniéndola presente siempre en nuestras oraciones durante nuestro caminar en las Noches Santas.

Quizás por ello, cuando escucho en estos tiempos presumir de la indudable capacidad de las mujeres actuales, me hace recordar las larguísimas filas de hermanas de Jesús, pobres y ricas, que desde hacía siglos lo acompañaban portando sus faroles, como si fuesen las cruces de sus destinos, con la fe y la esperanza puesta en un Dios que no tenían que votar.

¿No era la profunda fe de esas mujeres, el auténtico sentido de la libertad y de sus liberaciones?

Convencido de ello, la próxima Noches de Jesús cumpliré setenta y cinco años de tu inquebrantable promesa y al rezar por ti lo haré por todas las mujeres del mundo, como si todas ellas llevasen como tú, encendidos en el farol de sus corazones, la llama viva que llena de vida y esperanza a toda la humanidad.

Como cada Noche de Jesús, añoro que sigas llevándome en tus amorosos brazos.

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