Palabras

El autor argumenta que la importancia del lenguaje es inigualable. Con rotundidad defiende que quienes reniegan de las letras o el aprendizaje de las mismas, ponen a gala su incompetencia

12 de septiembre 2020 - 03:00

La cultura es ‘madre’ de todas las civilizaciones.
La cultura es ‘madre’ de todas las civilizaciones. / ©María Redon

La importancia de las palabras reside en la carga emocional que nos transmiten. Los días suelen ofrecerse como un diccionario repleto de vocablos rutinarios, conocidos, sin apenas fuerza, ni énfasis, terriblemente inexpresivos: hola y adiós. Pronunciamos saludos y despedidas con trivialidad, siguiendo rigurosos métodos de comunicación, pero no aflora en ellos el entusiasmo. Cuando es el corazón quien dicta desde lo oculto, todo se vuelve mímica u onomatopeya, gestos con un duende silencioso y descriptivo.

Desarrollamos conversaciones en público, por escrito o mediante las múltiples fórmulas y dispositivos que ofrece la tecnología, cumpliendo las reglas básicas de entendimiento, racionalidad, cortesía y educación. En ellas, los axiomas o términos empleados obedecen a las razones de peso que justifiquen cada discurso o dialogo.

El buen conversador está plenamente convencido de lo que dice. Quienes escuchan a un gran comunicador, pueden interpretar su mensaje como constructivo, convincente, instructivo y hasta vinculante, porque les aporta algo novedoso, desconocido, idealista o deseado. Aquellos que reniegan de las letras o el aprendizaje de las mismas, ponen a gala su incompetencia.

Así de caprichosa es la cultura, esa grandiosa ‘madre’ de todas las civilizaciones que el diccionario define como el resultado de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio a las facultades intelectuales del hombre.

Pero hay quienes son perseguidos, pisoteados, injuriados, calumniados, humillados, torturados o destruidos por sus palabras, ya sean escritas o pronunciadas. Ese ha sido y será el tributo que hemos de pagar por las ideas expuestas. Y hay veces que preferimos no decir nada, simplemente dejamos que nuestros dedos vayan dejando huellas sobre la Tierra…

(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue editor jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como jefe de prensa del Circuito de Jerez.

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