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"Tuvo que ser bonito". Sí, lo tuvo que ser, y lo fue. Lo sabemos los que lo vimos. Así de asombrado se quedó un turista a las puertas del Palmera Plaza, que le preguntaba a una vecina de la zona cómo era aquel edificio antes del abandono y posterior expolio, algo que sigue sufriendo actualmente, de lo poco que queda allí. Sí, nos repetimos, es un tema recurrente: el mal estado de este hotel. Pero lo cierto es que es alarmante ver cómo ahora este espacio fantasmagórico se ha puesto de moda como punto de 'quedada' de adolescentes, diría que casi niños que, intrigados, quieren saber qué hay allí dentro ajenos al peligro que pende sobre sus cabezas: la inestabilidad de las estructuras. Creen que al entrar allí van a vivir una auténtica aventura, vamos, como si fuera para escribir un libro. Y mientras esto sucede, algo de lo que hay muuuuchos testigos, Ayuntamiento y propiedad respiran tranquilos, ajenos a lo que pueda suceder, que sucederá, como bien saben los vecinos. Un hotel, un edificio que fue mágico y que hoy es una selva, una vergüenza local.
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