José Manuel Moreno Arana

La Pasión olvidada (XXVII)

05 de marzo 2024 - 00:45

El término “trabajo” fue empleado siglos atrás no sólo con los significados con los que suele entenderse en la actualidad, sino también como sinónimo de “padecimiento” o “tormento”. Este debió de ser el sentido original de la peculiar advocación del Señor de los Trabajos que se venera en la Victoria. Una obra escultórica barroca, procedente del desaparecido convento de la Veracruz, con singularidad asimismo en su iconografía, que muestra a Cristo sólo cubierto por un sudario, arrodillado sobre una pequeña cruz y con los brazos abiertos en actitud exclamativa. No estamos ante una representación de un momento de la Pasión, sino frente una pieza alegórica que busca reflexionar sobre los sufrimientos padecidos por Cristo para la redención humana. Es decir, el tema del “Varón de Dolores”, difundido desde el siglo XVI a través de grabados, donde Jesús aparece vivo, de pie o arrodillado, coronado de espinas y mostrando las llagas resultado de su Crucifixión. En la imaginería española da lugar a cristos llamados “de los Dolores” o “del Perdón”. En la escuela sevillana, al margen de ejemplos creados por artistas como Pedro Roldán, puede mencionarse, por su estrecha cercanía compositiva a la imagen jerezana, el Cristo del Perdón de La Orotava (Tenerife), fechado en 1697 y atribuido a un escultor hispalense poco conocido, Gabriel de la Mata. En este sentido, consta que el Señor de los Trabajos ya existía en 1693. Por entonces De la Mata vivía en la cercana Cádiz, por lo que puede valorarse su hipotética autoría. Eso sí, nuestra talla carece de los estigmas pasionistas y ofrece un acabado menos cuidado que el Cristo canario, quizás como resultado de múltiples alteraciones.

Su rareza iconográfica y valor histórico hacen lamentar una mala conservación que, por desgracia, se ha agravado de manera alarmante en los últimos años.

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