Visto y Oído
Broncano
El 29 de noviembre se inauguraba en el Museo de Bellas Artes de Sevilla “Pedro Roldán, escultor (1624-1699)”. De la mano de su comisario, el profesor José Roda Peña, la exposición es un estímulo para adentrarnos en la más relevante e influyente figura de la escuela sevillana de la segunda mitad del siglo XVII, dentro del ámbito de la escultura. La selección de piezas ha incluido escogidas tallas salidas de su importante obrador, algunas de ellas venidas de la provincia y de nuestra diócesis, como son el Cristo del Perdón de Medina Sidonia, los santos Pedro y Pablo del retablo mayor de la parroquia de las Virtudes de Villamartín y el San Juan del Nazareno de El Puerto.
Decía hace casi tres años en este rincón de Diario de Jerez que resulta contradictorio que un artista, cuya obra documentada en la ciudad sigue siendo poco conocida, protagonizara en décadas pasadas variopintas atribuciones de imágenes de hermandades, todas ellas ya descartadas. Y es que sin el más mínimo rigor, se le adjudicaron esculturas procesionales como Jesús del Consuelo o el Cristo de la Coronación de Espinas, tan distantes entre sí y tan ajenas al estilo de Roldán, de manera especial la primera, vinculada a la escuela genovesa y a Jacome Vacaro o su entorno. Así lo ha defendido atinadamente José Miguel Sánchez Peña, autor también de la fundamentada atribución de la segunda al holandés Pedro Rellins.
Puesto orden sobre los delirios cofradieros, queda todavía redescubrir el verdadero legado del maestro sevillano en Jerez. Para ello, debemos dirigir nuestra mirada hacia la orden de San Bruno. En dos conjuntos retablísticos interviene Pedro Roldán entre 1676 y 1677 para los cartujos hispalenses y jerezanos, respectivamente. Dos encargos entrelazados y que, por caprichosas circunstancias, tuvieron un mismo destino: la Cartuja de la Defensión.
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