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No es por la aparición, durante algunos años, de su firma en las páginas de “Diario de Jerez”, ni por haber desempeñado destacadas responsabilidades municipales en las Corporaciones de Pacheco, o por su activa participación en la organización del Mundial Ecuestre 2002 en nuestra ciudad, por su bonhomía, por su pasión por el pueblo que le vio nacer, incluso por su particular manera de manifestarse a veces, en la intimidad; lo que me llevaría a insinuarle en confianza que, durante su recordado Pregón de la Semana Santa jerezana; en el catedralicio templo de San Miguel; se le escaparía seguro algún “taco”, algo que lo traumatizó tanto que nada más bajarse del presbiterio se me acercó señalándome con su dedo índice, para decirme: “te has equivocado, no he dicho c… como me aseguraste que haría…” ; ni por su dedicación a la medicina o a la docencia, en la tristemente extinta Escuela de Relaciones Laborales y Turismo jerezana, ni por la leal y generosa amistad que compartimos, ni por el mutuo cariño, ni que se yo por cuantas cosas más, por lo que hoy tenía que decirle a mi amigo; unas horas antes de que la Corporación Municipal le entregue a su viuda el nombramiento de Hijo Predilecto de Jerez a Título póstumo; que me enorgullezco de haberlo conocido y tratado y entrañablemente querido y haber compartido con él y con Cova, su mujer, aquellas visitas veraniegas al Rocío, junto con Maruja, Clara y Margari, y con esos dos ángeles, nuestro amigo “el gordito”, ese Miguel ‘Karkomedo’ Ruiz y Carmen Zaldivar cuyas ausencias todavía recuerda el González Hontoria cada feria…
Si, porque esta mañana, en el histórico y bellísimo marco de los Claustros de Santo Domingo, mi querido amigo Pepe; el ilustrísimo señor don José Rodríguez Carrión, médico y doctor en Historia de la Medicina, por la facultad de medicina de la Universidad de Cádiz, Académico Numerario de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras, autor de varias publicaciones, director de dos notables estudios sociológicos sobre la población estudiantil jerezana, en los que contó con la colaboración de su cuñada, la doctora Clara Traverso e investigador y promotor de la figura del jerezano Alvar Núñez Cabeza de Vaca, para el que impulsó la colocación de un monumento en la calle Ancha, desde su vocación y condición de tesonero historiador, pasará a inscribir su nombre en la propia historia de esta Noble ciudad, de la que fue público servidor durante toda su vida…
Además de tenerlo presente en la memoria, conservo de Pepe Carrión el ejemplar que nos dedicó a María del Carmen y a mí en marzo de 1993 de su magnífica tesis doctoral titulada “Medicina y sociedad en el Jerez de la Ilustración” que merecería la máxima calificación académica, cuya dirección estuvo a cargo del catedrático y académico doctor don Antonio Orozco Acuaviva y en la que partiendo del estudio crítico del Jerez del XVIII se profundiza en la Medicina en el jerez ilustrado, el Protomedicato; Médicos, Cirujanos, Boticarios, Sangradores y Matronas y de entre estos quienes solicitaron permiso al Cabildo jerezano para ejercer en la ciudad o la relación de jerezanos que estudiaron en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz, entre otras muchas cuestiones que sin duda enriquecen dicha aportación de Carrión en esta materia…
Ese, casi a vuela pluma, fue nuestro nuevo Hijo Predilecto de Jerez, mi amigo del alma, y a él ahí arriba van dirigidas, con mi abrazo, estas apresuradas palabras…
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