Precocidad

Se está forzando el desarrollo de muchos deportistas

11 de marzo 2024 - 05:00

En todas la facetas de la vida, y el deporte no podía ser menos, han existido gente precoz que se ha codeado a muy temprana edad con los mejores. Solo por utilizar un ejemplo alejado del deporte, Mozart fue un niño prodigio y a la edad de cinco años ya componía música y era un gran violinista. Pero esos casos de niños prodigio no han sido la norma, sino todo lo contrario la excepción.

En el deporte en general y en el fútbol en particular hay una corriente de acelerar los pasos del crecimiento de los deportistas para que desde edad muy temprana ya rindan al más alto nivel profesional. Ese acortamiento de los plazos naturales está dejando por el camino a muchos de estos deportistas que acaban rompiéndose bien físicamente o mentalmente, malogrando de esta forma lo que podrían haber sido grandes y longevas carreras profesionales.

La culpa de esta corriente de fomento de la precocidad deportiva considero que está bastante repartida. De un lado están los agentes de los jugadores que tratan a estos deportistas, sobre todo en el mundo del fútbol, como si tratasen de una mercadería más con la que hacer dinero fácil. Los propios clubes con sus entrenadores a la cabeza, principalmente aquellos que están necesitados a corto plazo de resultados y fuerzan a los jóvenes hasta la extenuación. El Barça en estos años con Pedri, Ansu Fati o recientemente con Lamine Yamal, veremos cuánto aguanta este último el ritmo y la presión a la que viene siendo exigido desde que debutó en el conjunto blaugrana.

Por último, los propios progenitores de los deportistas que no dudan en sacar desde muy joven a los hijos del entorno familiar y de amistad, para llevarlo a las canteras de los mejores equipos del mundo. La visión capitalista y predominante de esta historia nos cuenta los casos de éxitos en el deporte, pero obvian la cantidad de fracasos y de niños rotos.

Una cosa es que salgan estos niños prodigio y otros es que nos empeñemos en que los sean todos. Hace unos días unos chicos y chicas entorno a los dieciocho o veinte años me decían que se sienten tan exigidos por los padres que sufren ante el fracaso más pequeño por temor a decepcionarlos.

Nos empeñamos en modificar el ciclo de la vida y luego llegan las depresiones o las lesiones. Hay un tiempo para crecer y aprender, hay un tiempo para vivir y desarrollarnos, por último hay un tiempo para donar la experiencia adquirida. Además, no olvidemos que cada cual tenemos nuestro propio ritmo y momentos.

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