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ES lo que tiene la primavera que tanto nos atrae y nos llena de excitación y felicidad. Una oda a la vida. Una explosión de colores, de olores, de flores, insectos, pájaros, que nos revelan que el ciclo de la vida se renueva.
Este año ha irrumpido en el tenis mundial una nueva estrella. El joven Carlos Alcaraz del que ya os he comentado cosas anteriormente. Durante un par de décadas el número uno del tenis era cosa de Federer, Djokovic y nuestro buque insignia Rafa Nadal. El joven murciano ha brillado esta temporada a una gran altura ganando varios torneos. La confirmación de que ha llegado al nivel de los mejores lo demuestran las victorias consecutivas sobre Nadal y Djokovic en el abierto de Madrid.
Tras perder, Nadal dijo sobre Alcaraz que “es evidente que es el relevo (generacional) porque él tiene 19 años y yo casi 36”. Para puntualizar a continuación con: “Si lo es a partir de hoy ya lo veremos con los meses. Feliz por él en este sentido. Ha estado mejor que yo en varias facetas del juego y yo necesito mejorar”.
Una vez más Nadal da una muestra de su sabiduría, sobre todo para Carlos Alcaraz, al que además de los merecidos elogios por su actual momento de juego, le recuerda que lo que está haciendo ahora lo debe corroborar en las próximas semanas, meses y, ahí viene realmente lo complicado, en años y décadas.
A la primavera le suceden los rigores del verano, días largos, secos y calurosos, días en los que hay que saber madurar y aguantar. Nadal, que está evidentemente en su final del verano, porque es ley natural, le regala su experiencia su perspectiva vital al joven Carlos Alcaraz.
Gente con el talento arrollador del joven tenista, que además llega arropado por un equipo muy capaz, es en cierta forma fácil que llegue a deslumbrar en un momento dado. Es lo que esta ocurriendo con él. A modo de anécdota Djokovic lo explicaba de manera simpática indicando que su hijo antes consideraba el mejor a Nadal y ahora a Alcaraz. Insisto, ley natural.
Pero es justo ahora cuando empieza lo verdaderamente difícil para Carlos, es a partir de ya cuando tiene ante sí el complicadísimo camino, que si es capaz de recorrerlo y llegar al final, entonces se encontrará con Nadal, Federer y Djokovic y los podrá considerar de igual a igual.
Para llegar al final de ese camino además del talento innato que atesora, deberá acumular muchos años de esfuerzo diario, de privaciones, de superar lesiones, de superar malos momentos anímicos, de mantener el deseo de mejorar y todo ello ganando torneos y más torneos. El relevo generacional es natural, pero el relevo en la historia es algo más complicado.
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