José Manuel Moreno Arana

San Cristóbal

El mítico San Cristóbal, cuya festividad se celebró ayer, ha seguido manteniendo su popularidad frente a las críticas a su veracidad histórica. En Jerez recibió culto desde tiempos medievales, constando desde 1490 la existencia de una cofradía con su nombre que estuvo a cargo de un hospital fundado bajo el patrocinio de los Zurita, establecimiento que a partir de esa fecha tendría como titular también al santo. A mediados del siglo XVI, iría perdiendo su función hospitalaria y se fue imponiendo un uso monástico, primero con la provisional instalación de agustinas y luego con el definitivo asentamiento de monjas de la orden del Sancti Spiritus.

Pero ya sólo la nomenclatura de una calle aledaña nos trae una tenue memoria del convento pues este acabó derribándose en el contexto revolucionario de 1868. Con ello no desapareció únicamente el edificio, en cuyo solar se creó la conocida como plaza del Banco, sino que además se les pierde el rastro a todos sus bienes muebles, incluida la imagen del titular, que terminó trasladándose al convento del Espíritu Santo de El Puerto, donde en 1958 aún persistía, según Hipólito Sancho, que la atribuyó a Jacome Vacaro. Se ignora su paradero actual, ni tampoco quedan de ella testimonios gráficos.

San Cristóbal fue asimismo venerado en otras iglesias locales. Al considerarse que la simple visión de su imagen protegía de la muerte súbita sin confesión fue colocado en lugares estratégicos, como a la entrada de los templos, algo que ocurrió en San Lucas con el relieve pétreo ubicado en origen en su destruido trascoro, o bien se plasmaron en enormes pinturas, caso de la que perdura en San Miguel. En estas obras, se le representa como el “Cristóforo”, el que lleva a Cristo, el sobrehumano gigante que sólo quiso servir al rey más poderoso y recibió sobre sus hombros el peso prodigioso del Niño Jesús.

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