La TV canaria

El volcán de La Palma copa la lógica atención en estos días. Si alguien pensaba que lo de la erupción iba a ser un sustillo de un par de jornadas es que no conoce al señor 2021. Cada vez que aparece el recuadro con las bocas en directo nos sorprendemos de un fenómeno que nunca habíamos vivido tan de cerca.

Y en todo momento, desde que hace dos semanas sobreviniera la catástrofe, la autonómica canaria, TVC, es la que ha ido por delante y ha marcado el paso. Las cadenas nacionales toman prestada su señal y miran de reojo cómo lo cuentan a los paisanos. Las recreaciones en realidad aumentada han sido incluso compartidas, lo que revela el valor de la redacción de esa cadena autónomica y la especialización de algunos de sus equipos. Pero aún más importante ha sido el código ético que han logrado implantar, no incidir en exhibicionismo sobre los dramas personales: han dado una lección a los canales que desde Madrid se creen siempre poseedores de lo idóneo y de lo que le interesa a la audiencia.

La TV Canaria ha sumado en un mes 10 puntos de cuota de audiencia y la mitad de los espectadores de allá están pendientes del volcán en su cadena de proximidad. Esos números, tratándose de un grave drama, no son para festejar sino para confirmar que cuando se está al pie de lo que le pasa a la gente, la gente respalda el trabajo.

En Andalucía asistimos con preocupación a los terremotos de Granada y nos solidarizamos con nuestros paisanos en vela en plena calle y hemos sufrido el incendio de Sierra Bermeja, que ha sido una dolorosa tragedia compartida. En ambos casos sentimos que Canal Sur pudo hacer bastante más en su cobertura. De hecho, y como han recordado sus colectivos profesionales internos, mientras la sierra malagueña ardía el 12 de septiembre la autonómica optó por desplazarse a la base de Rota para ponerle el micro al presidente de la Junta.

No ha habido un cambio real ni en Canal Sur ni, a la vista está, en la Junta. Decepcionante. Una comunidad como Canarias nos da lecciones a manos llenas.