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Queda todavía mucho camino por recorrer hasta llegar a la normalidad social y sanitaria. Meses e incluso años van a ser necesarios para reponer todo el daño que el coronavirus ha hecho a la salud de millones de personas y a nuestra economía y a la economía de muchos países en el mundo.
Pero también es tiempo de planificar la paulatina recuperación de la actividad sanitaria que hubo que suspender para tener que priorizar las actuaciones del sistema sanitario hacia los daños causados por la pandemia del Covid-19.
Y la paulatina recuperación de la normalidad tendrá que hacerse poco a poco y con la mirada puesta en la posibilidad de rebrotes en la pandemia que tenemos que ser capaces de evitar mediante una adecuada organización de la asistencia y, sobre todo, un refuerzo real de la vigilancia epidemiológica y de los dispositivos de atención primaria.
Para evitar que posibles brotes epidémicos de coronavirus puedan extenderse a nivel comunitario es imprescindible organizar todo para la detección precoz de casos y el aislamiento domiciliario; así como la protección de los posiblescontactos.
Es momento de usar también las nuevas tecnologías como las de la Inteligencia Artificial(IA) para que con los dispositivos tecnológicos adeudados, los profesionales de atención primaria y de la vigilancia epidemiológica reciban el apoyo necesario en esa labor preventiva.
Si esta tarea se hace con eficacia, la normalización de la actividad asistencial podrá ser más rápida porque se estaría evitando una incidencia de COVID-19 que volviera a desbordar a los servicios sanitarios y ello haría factible que la reprogramación de las actividades permitiera una paulatina y adecuada respuesta a las necesidades de los pacientes que están a la espera de volver a ser citados y atendidos en el seguimiento de sus dolencias crónicas.
Es innegable que esta vuelta paulatina a la normalidad requiere un enorme esfuerzo de generosidad por parte de todos. Esto implica que hay que incorporar en un amplio proceso a los expertos de las organizaciones profesionales y científicas pero también a los profesionales que están en los centros. Tampoco se debe dejar de lado a las organizaciones de pacientes, porque ellos conocen la realidad del terreno que pisan desde una perspectiva imprescindible de tener en cuenta.
De este modo, se abre un periodo inédito en nuestro sistema sanitario ya que nunca nos ha pasado nada similar a lo que esta pandemia nos ha traído. La sanidad ha sufrido, y sufre, un verdadero test de stress que requiere un replanteamiento de muchos de los elementos que conforman el actual sistema sanitario español.
Y para hacerlo bien, el mejor camino es el del diálogo y el acuerdo. Algo que debe implicar a todos: gobierno, oposición, sindicatos, organizaciones profesionales, sociedades científicas y pacientes.
Todos estos esfuerzos serán necesarios para hacer entre todos hacer posible que la sanidad tenga la prioridad de inversión que la sociedad demanda; y que se asegure que es una inversión rentable en términos de bienestar, salud, innovación, empleo, cohesión social y equidad.
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