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E N la calle Porvera lleva días una farola y un contenedor anunciando el lugar donde una hermandad celebró su zambomba. Mientras, en una de las columnas que sustentan la pasarela peatonal de acceso al hospital se encuentra abandonada una sábana que hasta no hace mucho nos anunciaba la buena nueva de que Antonio y Patricia por fin se casan. No lejos de allí, en la carretera de Trebujena, otro cartel nos indica desde tiempo pretérito que al final de ese camino se celebró la comunión de Cristina. Y en la fachada del antiguo Cine Delicias hay un partido que para pedir el voto prefirió dejar pintado su nombre en lugar de pegar un cartel. Por mucho que se pretendan justificar y apenas se reprochen socialmente y se castiguen estas acciones, no deja de ser vandalismo, aunque sea de baja intensidad. No siempre es culpa la falta de medios o de diligencia de los servicios municipales correspondientes; todos los ciudadanos, todos, tenemos que contribuir para no afear y ensuciar la imagen de la ciudad. La limpieza es algo más que usar las papeleras.
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