El parqué
Jaime Sicilia
Incertidumbre
Gracias a las confesiones de actrices despechadas hemos sabido que el comunista con cara de niño malo, -o de muñeco diabólico- según sus compañeros de Podemos, no es nada niño jugando a los médicos.
Si no fuera porque se trata de quien se trata diría que tiene derecho a la presunción de inocencia y a no ser vituperado públicamente por una denuncia anónima. Pero tratándose de uno de los principales responsables de que a la mitad de la población se le haya privado de ese derecho constitucional, le digo que ‘sarna con gusto no pica’.
Llama la atención que a este discípulo de Lenin no le hayan delatado sus varias concubinas de partido, muy defensoras del ‘sí es sí’, pero que no se percataron a tiempo de los gustos sexuales del muñeco. Aunque no es de extrañar, porque tampoco dijeron nada cuando Pablo Iglesias afirmó que azotaría a Mariló Montero hasta que sangrara. Quizás estos excesos lujuriosos tan solo le broten con señoras de derechas. Cada uno hace la revolución como le parece.
A Errejón se le abre otra oportunidad ya empleada por machos alfa que le precedieron en el uso indebido del aguijón: ‘autopercibirse’ mujer. Muñequita diabólica, pero sin violencia de género. Otra forma de escabullirse de sus propias leyes.
También cabe la posibilidad de controlar estos excesos de testosterona con el acetato de medroxiprogesterona que inhibe la libido y reduce el apetito sexual. Lo que viene siendo una castración química. Sin embargo, dada la proyección política del presunto depredador sexual, que dejó de ser presunto por su cooperación en el axioma jurídico de ‘hermana yo te creo’, merece otro final más épico.
Precisa el interfecto de un epílogo político más alegórico. Propongo el del alacrán acorralado por el fuego que se clava su propio aguijón. Una especie de hecatombe autocopulativa de puro amor propio. Un Errejón aguijoneado por sí mismo. Onanismo extremo.
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