Andalucía de los eufemismos

En tiempos en que es muy difícil decir la verdad y todo se basa en el postureo y la ima-gen, debemos convencernos de que podríamos ayudarnos mucho dejando de lado todo lo que genera mentira y vacío existencial. Por eso los eufemismos están tan de moda y se reproducen por doquier. Ahora se nombra dando vueltas y tergiversando, aludiendo de manera indirecta o tangencial pero sin entrar al fondo del asunto en términos claros y concisos. Se habla de operaciones de castigo que hacen ataques selectivos que provocan daños colaterales o secuelas violentas con armas de destrucción masiva o con artefactos teledirigidos que se lleva por delante objetivos militares y civiles como efectos colatera-les sin tener control operativo. O se discute sobre los gestos de distensión económica que posibilitan que las medidas de presión laborales para la regularización del mercado de trabajo no produzcan crecimientos negativos en las clases desfavorecidas siempre que la desaceleración sea limitada a una política de gestos que racionalicen las plantillas y puedan hacer una regulación de empleo encubierta para lograr mínimos objetivos de transición económica. E incluso en cuestiones más íntimas hablamos de la piel refirién-donos a las personas de color como si todos los demás fuesen incoloros o de la raza como de culturas de otras latitudes, migrantes desasistidos en transición geolocalizada entre culturas y de identidades de género que presentan disparidad de criterios emocio-nales en cuanto a las tendencias y las pulsiones elaboradas por el consciente colectivo ante colectivos de determinada tendencia emocional. Lo dicho, que los circunloquios no son sino la nueva forma de establecer una comunicación poco fluida, nada comprome-tida y engañosa. Lo grave es que se están encaramando a la normalidad por el mero he-cho de ser políticamente correcto, no querer ser congruente y no tener contenido. Es lo que hay. El lenguaje es fiel reflejo de la sociedad. Literalmente.