Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Tribuna libre
Querido Papá: Desde pequeño me transmitiste junto a Mamá, esos valores de respeto y educación, tan dejados en estos tiempos que corren, y sin olvidar nunca lo que te había costado llegar a la cima, haciendo de la humildad tu compañero de viaje, y manteniendo la esencia de aquel almacenero cuya mirada mantenías, a pesar de que tantas horas de trabajo y sacrificios te había permitido fundar, junto a tus hermanos Manolo y Pepe, Eco Jerez, referente durante muchísimos años en Jerez como lugar elegido por las familias jerezanas para hacer sus compras.
Todo ello, conservando el trato familiar de los antiguos tabancos de la ciudad, en los que habíais crecido con el abuelo Manolo, de ahí que te costara tanto estar en tu despacho siendo tú Ricardo, el más ‘conocido’ de los Muñoz Torrado por tus grandes dotes de relaciones públicas con ese corazón enorme del que siempre hiciste gala incluso después de tu marcha…
Atento y generoso como pocos, me has regalado el mejor legado posible que puede recibir alguien: ese ‘libro de estilo’ de cómo ser una buena persona, ayudando a tanta gente… algunas de ellas me enteré después de tu partida en una nueva muestra de tu grandeza humana, mi añorado Ricardo ‘Corazón de León’.
Y todo ello sin perder ese carácter soñador tuyo, consiguiendo hacer realidad todos los sueños que te proponías: casarte con la mujer de tu vida, formar una familia, triunfar en la vida, personal y profesionalmente hablando, disfrutar de ese regalo de unos grandes amigos que hasta el último de tus días estuvieron ahí, junto a ti.
Mención especial a tu ‘Familia del Muñidor’, con los que recargabas energía cada viernes, en esa cita tan esperada, y los de la playa de El Manantial. Ese pedacito de césped donde te ‘conectabas’ a la vida, ya no es lo mismo sin tus ratos de charlas y anécdotas acompañadas siempre de ese Oloroso del que tan orgulloso estabas. Cómo no, tus amigos Braulio Ramírez y Carmen, Pepe Ordóñez y Mercedes, Alfredo Michán, doctor y amigo hasta el último suspiro…
Recuerdo tu cara de ilusión cada vez que contabas la historia de tu casa, esa que siendo un niño tenías claro que un día sería tuya como le comentabas a tu amigo Juan Padilla: “Juan, un día seré un pintor famoso como tu padre y me compraré esa casa junto al Real Alcázar de Jerez”. No fue a través de la pintura y esas Bellas Artes que te apasionaban y sí con tu gran labor como ese corazón que eras de Eco Jerez, tú querido Papá me enseñaste a humanizar un negocio. Gracias.
Fuiste amigo de tus empleados de Eco Jerez que muchas años después seguían acudiendo a verte o te llamaban para ver cómo estabas. Después de tu partida, tu hermano Manolo me dijo que él había sido el cerebro de Eco Jerez. Mi respuesta fue contundente: “Si tú eras el cerebro del Eco, mi padre era el corazón y recuerda que sin un corazón sano nada funciona”. Supe que desde el Cielo estabas orgulloso de mí.
Podría contarte todo lo que ha pasado este año sin ti pero es absurdo ya que se ha cumplido todo lo que dijiste, pero tranquilo que Adolfo no me deja solo y mi hermano Manolo comienza a ver el porqué de todo lo que le decías.
Me quedé triste por tu marcha pero feliz al mismo tiempo por haber tenido a alguien que como tú, me hacías sentir que siempre estabas ahí. Quédate tranquilo que Anabel tomó tu testigo.
¡Qué suerte tuve de tenerte como padre!
Te quiere tu hijo, José Miguel Muñoz.
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