Inmaculada Peña Ruiz

¿Artistas o Aficionados? La Frontera entre pasión y profesión

La Sacristía del Arte

Vivimos un auge de exposiciones realizadas por personas, sin una formación sólida en arte, presentadas como “artistas”. Una tendencia que plantea cuestiones importantes: ¿Es suficiente con pintar para ser considerado artista? ¿Hay diferencia entre quienes cultivan la pintura como afición y quienes han dedicado años a su estudio y perfeccionamiento?

No todo el que pinta es artista, como no todo el que junta palabras es escritor. Existe una diferencia abismal entre practicar algo por afición y profesionalizarlo a través del estudio, la investigación y la técnica. La formación académica no solo aporta esas herramientas, sino también una comprensión profunda de la historia del arte, la teoría del color, la composición y el discurso artístico. Sin una base sólida, la expresión plástica carece de profundidad y coherencia.

Esto no significa que un autodidacta no pueda crear obras interesantes, pero sí que existe una diferencia entre el simple gusto por pintar y el ejercicio profesional del arte. El problema surge cuando se equiparan ambas cosas sin matices. Y los medios de comunicación y algunas instituciones culturales tienen gran culpa, al presentar cualquier exposición como un evento artístico sin hacer distinción entre un aficionado y un profesional, porque generan una percepción errónea en el público y, lejos de democratizar el arte, lo banalizan y diluyen su verdadero valor.

Algunos dirán que esta crítica suena elitista. Que “el arte es libre” y “no debe tener barreras”. Falso. La libertad del arte no implica que cualquiera pueda proclamarse artista sin más. Exigir rigor y formación no es excluir, sino dignificar la profesión. Nadie aceptaría que un “aficionado” a la medicina trabajase en un hospital. Entonces, ¿por qué se permite que en el arte reine el intrusismo sin control?

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