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Tribuna Económica
Fernando Faces
Alemania: el enfermo de Europa
Es curioso lo del santo que observando y cuidando animales alcanzó la sabiduría eterna y las puertas de la salvación. Si el susodicho levantara la cabeza se llevaría un disgusto, porque, al igual que hay muchos que son maravillosos como animales de compañía o como maravillas de la naturaleza hay otra multitud de especies diferentes que han evolucionado hacia donde no debieran haberlo hecho. Por eso, lo de bendecir animales, suena a ciencia ficción romántica trasnochada y puntual a modo de juego del calamar de zoológico, mientras exista el mundo de las cloacas habitadas por humanos.
Las manadas atacan en grupo, huyen con los rabos entre las piernas y aúllan como gallinas cuando se les da caza. De aves carroñeras y buitres están repletas las televisiones y redes sociales. Y aunque del cerdo se aprovecha todo, no es menos cierto que las sinonimias de guarradas, cochinadas y actitudes puercas tienen mucho recorrido y significado moral y social en nuestro día a día.
De los moscones y moscardones mejor ni hablar, y como la realidad supera a la ficción, acabamos sabiendo de animales parásitos que viven a costa de los demás sin rubor y aprovechando cualquier descuido para chupar la sangre o extraer cuentas corrientes como si de sanguijuelas de dos piernas se tratara. Las víboras y gusanos arrastrándose son otra especie digna de estudio, y de patosos o gansos andan muchas corporaciones, asociaciones e incluso presidencias de alto standing llenas a reventar.
Menos mal que de vez en cuando aparece una avispa avispada a modo de obispa de Nueva York zumbando de lo lindo y clavando el aguijón donde debe al principal rey de la selva de la nueva era del “trumpleistoceno” que ahora retomamos. Menos mal que los de cuatro patas no tienen capacidad de organizar festividades para los humanos animaloides porque sería todo mucho más divertido.
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