Opinión
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Así despectivamente se les llama a los que trabajan del campo, camperos. No merecen otro tratamiento, son como una casta inferior. Seguramente son una reliquia de esos esclavos que hace mucho tiempo eran destinados a las labores agrícolas. Y luego, a los que de la prole no servían para estudiar, se les mandaba a escardar y a sembrar o cuidar las vacas. Rueda que rueda hemos llegado a este tiempo y los camperos, hartos ya de tanta discriminación, se atreven a manifestarse como saben y pueden, sacando sus tractores a las carreteras para que todo el mudo se acuerde de ellos. Me hace gracia que hasta menosprecien a los que han logrado ser componentes de sus directivas oficiales llamándoles “come gambas”. No necesita explicación, individuos que en vez de partirse las costillas reivindicando lo que procede, se contentan con mariscadas con los políticos. Y también me hace gracia, aunque sea menos fina, cuando dicen que el ministro del ramo de Agricultura tiene cara de moniato, de torpe que es.
Lo curioso es que todo empieza con la manifestación de los franceses en la frontera con España y por lo visto consiguen sus objetivos porque ya han parado. Y digo yo que ellos tienen derecho a exigir determinadas condiciones en la importaciones a territorio galo, pero a la contra nosotros teníamos que exigir también similares condiciones o ventajas cuando desde Francia u otros países europeos, nuestros amigos, nos llegan maquinarias, coches y toda clase de artículos que entran en España como Perico por su casa. Me cuentan que desde Cádiz una multinacional o similar controla la compra o las importaciones del trigo y lo curioso es que paga “cuando tercia”.
Los camperos tienen derecho a vivir dignamente y consecuentemente a tener obreros bien pagados y en condiciones óptimas. A este respecto, “ve tu pueblo ve tu reino”. Observas la cantidad de obreros que trabajaban en el campo... siembra, escarda, recolección, almacenaje... y de golpe no hay nada más que parados. ¿Dónde están? ¿O es que ya no son precisos o no hay trabajo para ellos? Yegüeros, vaqueros, gañanes, boyeros, acemileros, escardadores, segadores… de la noche a la mañana han desaparecido. ¿Y quién tiene la culpa? Piensen ustedes mismos, sentados en la butaca de su cuarto de estar, por qué protestan los camperos. Y sobre todo que piensen también los políticos, los que ocupan cargos en el Ministerio correspondiente.
¿Serán que las importaciones de productos agrícolas sin ton ni son se están comiendo la economía básica de nuestros pueblos? ¿Será que los productos que llegan a España pasan sin control higiénico sanitario? ¿Será que no cumplen las directrices prescritas por la Comunidad Europa y la dejan pasar por que son pobrecitos? Hay que ayudar al tercer mundo, yo clamo continuamente por ello, pero una cosa es una cosa y otra que todos estemos cubiertos de moscas (es un decir). Recuerdo siempre, como boticario, que la cloración del agua separa el mundo civilizado con el no civilizado. Pues lo mismo. Todos iguales y en paz, pero no hagamos caer las penalidades a los camperos. Siempre recordaré a mi padre y a mis hermanos que se levantaban a las seis de la mañana para ir al campo y no tenían ni domingos. Y siempre mirando al cielo y temiéndole al banco.
P/D Sólo un consejo: hay que crear cooperativas. Solo no se puede vivir. Hay que estar unidos en cooperativas para entre todos saber defenderse de los otros monstruos como las grandes superficies, los fondos de inversión, las multinacionales y las entidades financieras. Y que los comegambas se espabilen.
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