El parqué
Caídas ligeras
Ese va un hijo de su tiempo. Una manera de hacer flamenco que responde a la perfección a una época, la de la larga posguerra española en la que nació y creció personal y artísticamente Moneo. Un periodo que potenció los estilos llamados entonces básicos, olvidándose sin duda de que la alegría es también una emoción básica, y en los que Manuel Moneo (Manuel Moneo Lara, Jerez de la Frontera, 1950) era un auténtico especialista: soleares y, sobre todo, seguiriyas y martinetes. La imagen del cantaor que queda en la memoria de muchos aficionados es el mano a mano por martinetes que nos regaló en 'Flamenco' (1995) de Carlos Saura. Ciertamente Moneo no se prodigaba tanto en directo como hubiese sido deseable. Era fácil escucharlo en su entorno, en la Peña los Cernícalos de su barrio de San Miguel. Pero no era un habitual de los festivales. No obstante, llegamos a verlo en el Gazpacho de Morón o en la Reunión de Cante Jondo de la Puebla de Cazalla. También en la Bienal de Sevilla y el Festival de Jerez en la gira de la obra 'VORS. Jerez al Cante'.
Hoy es un día triste para la afición porque se va un mito. Una forma de entender el flamenco de otro tiempo. Tanto en sus elementos artísticos como en los externos, léase comerciales. En ambos su referente fue Manuel Torre, influencia que luego matizó y amplió a través de Antonio Mairena. Por eso Moneo tan sólo alcanzó a registrar un disco en solitario. Los otros dos que conforman su exigua discografía individual son registros de actuaciones en directo, efectuadas sin la pretensión de que integraran una grabación comercial o una obra de arte que perdurara. Pese a que se inició discográficamente en la mítica obra colectiva 'Nueva Frontera del Cante de Jerez' (1973), tan sólo contaba el jerezano con tres discos en solitario, como digo. Obviamente esta obra escasa no se corresponde en absoluto con su calidad y con su popularidad. El primer disco lo registró en los 80 con la guitarra de Moraíto y es sin duda el más redondo de los suyos ya que, grabado en el estudio, presenta el equilibrio adecuado entre la libertad de la improvisación y la exigencia de una obra hecha para con la intención de que perdurara. Se titula 'Jerez por derecho' (Pasarela, 1988) y contiene seguiriyas, soleares, martinetes, malagueñas, fandangos y bulerías. A este siguió 'Testimonios' (Fonoruz, 2007) que se nutría de distintas actuaciones en directo y donde la calidad sonora y técnica a veces oscurecía la enorme valía de este intérprete. Algo parecido podemos decir de su última entrega, 'Pa mi Manué' (Flamenco y Universidad, 2016) también con grabaciones en directo, aparecida hace apenas unos meses y que incluía, además de los estilos habituales de su repertorio, tarantos y saetas.
De su obra colectiva ya hemos citado 'Nueva frontera ..' donde canta por seguiriyas, tarantos, fandangos y bulerías. En 1990 su voz aparece en dos saetas del disco 'Así canta nuestra tierra en Semana Santa vol. 3' (Caja de Ahorros de Jerez). En 1991 graba para el sello parisino Audivis el disco 'Jerez. Fiesta y cante jondo' en el que interpreta soleá, seguiriyas y bulerías de nuevo con la guitarra de Moraíto, siendo el único solista de la obra junto a su hermano El Torta. De 1995 data la banda sonora de 'Flamenco', ya mencionada, donde cante un martinete con Manuel Agujetas. En 1997 repite nuevamente el cante sin guitarra para la obra 'Un gitano de ley' dedicada a Ceferino Giménez Malla. A finales de esa década aparece en dos discos colectivos con grabaciones en directo de la discográfica Gitanos de Jerez. El primero de ellos es 'El llanto de un cante' (1999) e incluye soleá y seguiriyas de Moneo, cante este último que se incluirá también en el recopilatorio de la misma discográfica 'Seguiriyas en compás de origen' (1999). También en 1999 editará Nuevos Medios 'La Plazuela de los Moneo' donde Manuel canta por soleá y bulería. Esta obra se reeditó completa en 2006 en el triple álbum 'El aire de Jerez'. Su discografía se cierra en 2012 con el disco 'VORS. Jerez al cante' (BBK) que incluye soleá, bulería pa escuchar y ronda de martinetes con El Torta, Agujetas y Luis el Zambo.
En su filmoteca, al margen de la obra citada de Saura, tenemos que anotar el programa de Televisión Española 'Puro y jondo' dedicado a su figura que se editó en DVD en 2002.
En el poema 'Soledad', del recordado aunque a algunos les moleste José María Pemán, se dice refiriéndose al cante por soleá: "tres versos, para que más/, si con tres sílabas basta/ para decir el vacío/ del alma que está sin alma: Soledad". Hoy, al pergeñar unas apresuradas líneas como mi modesto homenaje a Manuel Moneo Lara quiero, haciendo míos los versos del ilustre gaditano, referirme al hecho de que con tres cantes, ¿para qué más?, Manuel Moneo quiso, supo y pudo arrancarnos túrdigas del hondón del alma cantando por tonás, siguiriyas y soleares. Claro que el saber cantaor de Manuel fue más amplio; ahí quedan para el regusto del aficionado los cantes por fandangos o su indiscutible valor buleaero.
Desde aquellos históricos Jueves Flamencos de Manuel Morao, Manuel Moneo Lara recorrió los más diversos escenarios de los cuatro puntos cardinales de España en tantas y tantas ocasiones seguido por la ya histórica guitarra de Parrilla de Jerez. Recuerdo sus saetas así mismo históricas en el extraordinario templo de Santiago en los años 1994, 95, 97 y 98, en las dos primeras ocasiones junto a otro Manuel: Mairena, y en los dos últimos compartiendo aplausos con Curro Malena, Curro de la Morena y otras primeras figuras, participantes como los citados en la Exaltación de la Saeta organizada por la Delegación de Cultura de nuestro Ayuntamiento.
Manuel, al contrario que su hermano Juan, 'El Torta', nunca fue una figura mediática; su seriedad, su firmeza y creencia en lo que hacía, su cante, estuvo siempre lejos de una popularidad de masas: cantó para los aficionados, para los amantes del arte flamenco, para aquellos que quisimos degustar,- para gozar o sufrir-, su cante, el cante que, como dice Ríos Ruiz, "propiciado por la jondura ancestral de una raza, de lo que una raza, la gitana, ha aportado al cante flamenco: dramatismo intrínseco y una estética que nace desde los más profundos atavismos del ser".
Con su marcha definitiva, Manuel nos deja un poco más -como si no lo estuviéramos ya bastante- huérfanos de la más genuina y profunda razón cantaora -como nos dejó el otro Manuel, 'Agujetas'-. Con la imagen de ambos en la retina, después de haber visionado una y cien veces más su mano a mano por martinetes en la película de Carlos Saura, 'Flamenco', dejo para mi intimidad el pesar profundo por el adiós definitivo de Manuel Moneo Lara. Descanse en paz y el Cristo de La Plazuela nos dé la suficiente resignación para seguir adelante.
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