La carcoma

05 de septiembre 2024 - 03:05

Dice la Constitución que la soberanía nacional reside en el pueblo español. Y, si eso fuera así, muchos podrían tener la tentación de mandar a algunos adoquines y ‘adoquinas’ que nos gobiernan a repetir un bachillerato con provecho.

Pero, desgraciadamente, la voluntad popular no la expresamos ni usted ni yo. La misma Constitución encarga ese cometido a los partidos políticos. La famosa ‘Pepa’ obligaba a los españoles a ser justos, benéficos y a amar a la patria.

De la misma forma rimbombante, nuestra Constitución afirma que el funcionamiento de los partidos políticos debe ser democrático (aunque el que se mueva, no sale en la foto). A estos partidos se les encarga expresar la voluntad popular, es decir, trasladar que uste y yo queremos que a alguno de los adoquines que incorporan a sus listas los manden a estudiar el bachillerato o la primaria. Así nos va.

Pero el problema no es que las listas estén repletas de merluzos y adoquines, sino que son los únicos autorizados para representar la voluntad popular y defender la soberanía del pueblo español. Me troncho.

Desde 1978 se ha venido tolerando una práctica suicida consistente en autorizar que partidos políticos que llevan entre sus objetivos destruir la soberanía del pueblo español, se sienten en la Cámara que representa al pueblo español. Como lo vemos con normalidad, podemos pensar que esto ocurra en otras partes del mundo, pero sólo ocurre aquí.

Cualquier diputado catalán separatista no está representando a un grupo de ciudadanos catalanes independentistas. Representa la soberanía nacional; nos representa a usted y a mí. Y con nuestro mandato representativo está horadando, como la carcoma, la estructura constitucional para que prosperen otras soberanías quiméricas. Un antiguo refrán castellano, soez y directo, -como un buen cuplé de carnaval-, retrata el asunto. El español, “además de puta, pone la cama.”

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