Ignacio Arrabal Escritor

Las cosas por su nombre

Tribuna libre

13 de diciembre 2017 - 02:07

Me interesa mucho la forma en que cada escritor se relaciona con sus libros, con la intimidad de su biblioteca, con los misterios de las obras en los estantes y lo que para cada uno encierra las historias que contiene. Yo me siento a veces en un butacón que hay frente a la estantería que ocupa la mayor parte de mis libros (ya están regados por casi todas las estancias de la casa) y me gusta la imagen que trasmite lo que veo. Observo el conjunto que forman, pero a veces la mirada se detiene de manera caprichosa en un ejemplar determinado, y entonces no sólo emerge de la memoria la lectura de ese texto, sino también el momento en que lo hice, las circunstancias y otros recuerdos que acompañaron los días que pasé leyéndolo. Hay muchas formas de volver a un libro. En fin, son momentos de extrema privacidad con uno mismo y con lo que para mí representa el oficio de lector.

No hace mucho que leí 'El hoy es malo, pero el mañana es mío' de Salvador Compán (Úbeda, 1949), y por un azar rocambolesco no son pocas las veces que me he topado con su lomo en la repisa donde descansa. Tal vez el azar no sea tan aleatorio como pienso, y detenerme en él tantas veces obedezca a lo mucho que me gustó, a lo que admiro a su autor, un escritor con un respeto intenso por la literatura y la escritura.

Daza es el lugar donde transcurre la novela, que es tan real como imaginario (¿no son al cabo las dos cosas prácticamente lo mismo?, y Vidal Lamarca es ese personaje que todos alguna vez hemos querido crear en nuestra literatura. Enigmático, encadenado irremediablemente a su pasado, turbado y turbador, que va escribiendo su 'Novela gráfica' a la vez que Compán nos escribe la suya. El texto nos cuenta la vida de Lamarca desde su infancia, su adolescencia, con ese bardo de secreto y obediencia con el que carga.

Un texto lleno de esquirlas y matices, de sublime literatura, que nos hará comprender mejor la guerra civil y la sombra que luego lo llenó todo, a los vencidos y también a los vencedores, a todos los que tuvieron que transitar aquellos años oscuros que lo volvieron todo tan cruel que parece irreal. Pero no lo es. No lo es en absoluto.

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