Por debajo de 8.900 puntos

Tras el festivo de anteayer de los mercados estadounidenses, ayer se registró una toma de beneficios generalizada en la renta variable global, en una sesión con un significativo incremento de la volatilidad ante la ausencia de acuerdo de la OPEP+, la incertidumbre sobre el dinamismo de la recuperación económica y los crecientes riesgos derivados de la variante delta del coronavirus, especialmente en Asia.

En el plano macroeconómico, en Alemania los datos preliminares del sector manufacturero muestran una caída de los pedidos de un 3,7% en mayo respecto al mes anterior, superior a la proyectada por el consenso. Paralelamente, el indicador de expectativas ZEW de julio apunta a una reducción de la confianza de los inversores alemanes, retrocediendo a 63,3 puntos (79,8 puntos en junio), su menor nivel desde enero, a pesar de que el índice de condiciones económicas actuales se situó en terreno positivo por primera vez en los últimos dos años.

En el caso de EEUU, el indicador adelantado PMI de IHS Markit del sector servicios modera significativamente su expansión en junio, tras confirmarse la semana pasada el estancamiento del sector manufacturero.

En Japón, siguen las restricciones y afecta a la demanda. En mayo, los consumidores japoneses recortaron sus gastos un 2,1% mensual, especialmente en artículos de ropa y en transporte.

El Íbex 35 empezó la sesión con dudas, que crecieron según avanzaba la misma. Cerró con una caída del 0,96%, que deja al selectivo en 8.860,8 puntos, lastrado por bancos y valores cíclicos.