A rienda suelta
Francisco Reinoso
Putativo
En 1967, Mohamed Ali se negó a ir a la guerra contra Vietnam, eso le costó prisión, tres años sin poder combatir y los títulos que había conseguido. Buena parte de la sociedad norteamericana se posicionó en contra del boxeador, pero él se mantuvo firme a sus ideales y en su lucha por los derechos civiles de los negros. Cumplida la sanción volvió a pelear y se alzó de nuevo con el título mundial del peso pesado.
Un año después los atletas norteamericanos Tommie Smith y John Carlos subieron al podio en las olimpiadas de México levantando el puño al cielo enfundado en un guante negro, reivindicando con dicho gesto la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos. Unos meses antes habían asesinado a Luther King.
Hoy todo sigue igual, si tienes un color diferente o eres de otra región o profesas otra religión o piensas diferente te conviertes en un apestado para parte de nuestra sociedad. En el deporte, principalmente en el fútbol, amparado en la masa y fruto de sus propias miserias y complejos, aparecen los insultos al contrario. No solo insultos aislados sino que estamos acostumbrados a insultos coreados por buena parte de los estadios.
Lo acaecido este fin de semana en diferentes campos de nuestro país pone de manifiesto este mal endémico. Además, quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Insultos de todo tipo se oyen en todos los estadios y en todas la categorías. La única solución para erradicar estos episodios son la denuncia y desterrar de los estadios a estas personas o grupos. Si hay que cerrar gradas o jugar partidos a puerta cerrada, pues se juegan.
Pero junto a esa mano dura, la verdadera solución pasa por la educación en valores empezando por el seno familiar. Desde casa hacemos a nuestros hijos ultras, racistas, xenófobos. Pero desde las instituciones también se siguen enviando esos discursos; desgraciadamente en el mundo en general y en Europa en particular vuelve a tener voz y votos políticos intolerantes, sectarios, racistas y xenófobos. Esta corriente involucionista sobre la multiculturalidad pone en peligro la democracia y la convivencia social. A donde antaño nos llevó ya lo sabemos, aunque visto lo visto, a una parte de la sociedad le importa bien poco.
En el deporte hay que quitarle la careta a estos individuos, hay que señalarlos y hay que apartarlos, porque esta es una cuestión que hay que combatir con el activismo que mostró Mohamed Ali, Tommie Smith o John Carlos, sin pensar en las consecuencias posteriores. Porque si no lo hacemos le estamos abonando el terreno a los sectarios e intolerables.
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