Cinco días de abril

13 de mayo 2024 - 01:00

Tras cinco días de abril en los que el Presidente de nuestra cada vez más débil democracia desertó de sus obligaciones legales y morales, comenzó una estrategia dirigida a señalar jueces y periodistas no afines. Nunca hubo tantos falsos casos de lawfare, palabro que hace diez minutos no conocíamos y ahora parece haber sufrido medio Consejo de Ministros y socios de última hora.

Todo lo que no apetezca al poder es fango y bulo, excrecencia de la derecha y ultraderecha, términos que se repiten quince veces en un párrafo de cinco frases. Es el argumentario agitprop de los que se creen víctimas y son victimarios, de los que acusan a otros de señalar y no se cortan deshumanizando al adversario.

En democracia, sistema imperfecto donde los haya -el menos malo- la libre opinión, la expresión sólo pueden estar limitados por un control judicial independiente del poder ejecutivo. Todos los esfuerzos de gobiernos que en los últimos 100 años minaron estos principios, llevaron a sus países a convertirse en invivibles pseudodemocracias cuando no en estados totalitarios. Sobran los ejemplos.

Todo empezó en nuestro país con el presidente que sustituyó aquello de “la verdad os hará libres” por lo de la “libertad os hará verdaderos”, nítida declaración de la autonomía moral, del derecho de cada persona a su propia búsqueda del bien, summum del relativismo que es capaz de justificar en nombre de la democracia el final de esta.

Sin medios molestos al poder, sin separación estricta de poderes y jueces al margen de la política, el tránsito del país de una dictadura a una democracia empezará su camino de retorno, con las mismas adhesiones y distinto color de aquella España en blanco y negro.

Los que se quejan con razón del nacional catolicismo parece que no les importa hoy llevarnos a un nacional progresismo, igual de uniforme.

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