A rienda suelta
Francisco Reinoso
Putativo
La nicolumna
En
Ya no solo son los cambios de nombres de calles según la memoria, los calificativos de las carteras de ministros y consejeros, los amigos del partido que forman asesorías o las veleidades de dictadores de pacotilla de todos los colores en busca de notoriedad. En los últimos lustros predominan las regiones y las ciudades en las que se notan los colores predominantes. Ciudades llenas de delirios partidistas. Donde, por etapas, cada cual deja su impronta. O se observa que se cojea más hacia el mundo de las hermandades, hacia la educación o la sanidad privada y hacia todo lo que tenga que ver con la fuerza demacrada del empresario de turno o por el contrario, se tiende más hacia lo social, las subvenciones, hacia los derechos de los trabajadores o las banderas arcoíris.
Ante ese panorama es cierto que estamos asistiendo a una polarización demasiado extremista de las posturas de forma que, según el color de quien gobierne, nuestras vidas se enmarcan entre consignas de uno u otro tipo, lo que no deja de ser una apropiación indebida con alevosía. Sobre todo, porque no es más que un mero formalismo, vacío de contenido, que, al paso del tiempo, se torna en lo contrario y que nos lleva por otros derroteros. No creo que nos lo merezcamos.
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