Felipe Ortuno M.

Los excesos

Desde la espadaña

16 de octubre 2024 - 03:06

Todo lo que pasa de lo normal es excesivo. Parece difícil mantener la compostura con naturalidad. Hay quien se pasa en apariencia y artificio, y quien no llega, por exceso o por defecto. La superabundancia atosiga tanto como el déficit. Y siempre andamos ahí, entre la exageración y la escasez: gente barroca o paleolítica. Los hay que llevan al desbordamiento de los sentidos y quienes, de pacatos, quedan, como las mangas de un chaleco, cortos con sifón. Así en todo. Véase, por ejemplo, los excesos del poder, que llegan al abuso, cuando no al delito. Y advertid, en contrapartida, el enajenamiento mental al que nos someten a los ciudadanos y sufridores.

Los actos administrativos que sufrimos rayan la ilegalidad, el exceso de lo establecido como norma; cuando no se la inventan para justificarse. Así son los descocados que gobiernan España: emprendedores del vicio y la ilegalidad, que, con sus excesos, tienen a todos sometidos. Callados para que no principien contra nosotros las mismas arbitrariedades que cometen con las instituciones, a las que han sobrepasado y prostituido hasta el empacho. Ya hemos superado en demasía el abuso y la desproporción; de sobra hemos aguantado sus mandangas; hasta el gorro estamos de su despotismo, tan parecido al de Venezuela, Nicaragua o Cuba. Hay abuso, desorden y libertinaje.

Nosotros, mientras tanto, mudos como corintias y pusilánimes, por miedo al qué dirán, o instalados en esa medianía vomitiva de la que se reniega en el Apocalipsis. Jurídicamente se han apropiado del Consejo de Estado, el Tribunal Constitucional, el de Cuentas y la fiscalía general del Estado, por no hablar del Consejo General del Poder Judicial ¿Se puede tener más cara? Los organismos que dependen de la administración ídem de lo mismo: Renfe, el CIS de Tezanos, AENA, el Servicio público de empleo estatal, la Fábrica nacional de moneda y timbre, Loterías y apuestas del Estado, la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia. No hay ente público que no esté tomado por la sibilina mano engullidora del gobierno.

Las instituciones, que debieran ser independientes, están siendo sometidas al dictado del gran gurú de la Moncloa. Ítem más, aquellas empresas en las que participa el Estado que, también en sus manos, marcan la línea al dictado de las conveniencias gubernamentales. Más que empresas participadas, diría que son empresas intervenidas. He ahí: la sociedad española de participaciones industriales (SEPI), la Agencia EFE, Indra, Navantia, Correos (que maneja los votos postales), los porcentajes aventajados de Red Eléctrica, el Hipódromo de la Zarzuela, en manos de una amiga del jefe, el tabaco en rama, los abastecimientos nucleares de ENUSA, Sepides, que se encarga de la dinamización empresarial, MERCASA, que controla la distribución alimentaria, Mayasa, que maneja los proyectos turísticos y culturales…Así hasta el infinito del exceso intervenido.

A esto añade el nepotismo sucesivo y sucesorio, que empaña el panorama del empleo español: amigotes de infancia y juego que van salpicando de marrón el panorama de la política actual. Estómagos agradecidos que mantendrán el rendibú así caigan chuzos por las esquinas. La nómina calla conciencias, tanto como los honores, que cambian costumbres e ideales. Acaso no ocurre esto con el pacto contra natura que el gobierno hace con BNG, EH BILDU, Junts, ERC, Sumar y todo cuanto vecino pasa por su puerta ¿Qué ideario hay sino la mamandurria de quienes exprimen los intereses de España? Todo contra el presupuesto, contra los ciudadanos, contra los más desfavorecidos que ven disminuir sus arcas en beneficio de los intereses creados por el gobierno.

A partir de aquí, todo el aparato gubernamental puesto en marcha para derramar escatología constante sobre lo que se menea ¿Alguna rectificación? Ninguna. Actúan desde una supuesta ciencia infusa, con escaso diálogo democrático y con mofa descarada hacia los trámites mínimos exigibles del Congreso de los Diputados. Encima, tienen la desfachatez, cara de pedernal, de apropiarse del discurso por la regeneración democrática ¿Regeneración? Cuando dejéis de delinquir y convoquéis elecciones generales urgentes, volveríamos a retomar el discurso por donde quedó cuando ustedes accedieron al poder con las malas artes con las que nos tienen acostumbrados.

Falta mesura y consenso en cuanto ustedes hacen. Falta razón de Estado y sobra partitocracia. Falta gobierno y sobran intereses espúreos de caciques trasnochados. Falta unidad y sobra división en cuanto hacen y deciden. Aparte de los muchos flecos que se derivan de lo dicho: corrupción desde Berni a Koldo, tramas de Ábalos que, con un ejército de periodistas tratan de justificar lo injustificable, cátedras ad usum privatum, plagio de tesis, hermanos enchufados, esposas intituladas ejerciendo docencia indebida, fondos de recursos oscuros, gastos injustificados en Europa ¿Para qué seguir? Sería excesivo continuar con la sola enumeración de cuanto hay en el muladar que tenemos. Descomunal. Excesivo, sin duda.

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