Jaime Sicilia
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Siempre es mejor tener las ideas claras a estar dando tumbos sin ton ni son rindiéndose a la algarabía y el desorden. Quizás sea un buen ejemplo de nuestra forma de entender la civilización actual. Porque es curioso que, en base a principios emotivos y cristianos, ya sea Navidad en Venezuela, por mucho que nos frotemos los ojos y los oídos de no dar crédito. Ya están en modo elecciones en Norteamérica, pidiendo a voces debates televisivos y campañas enfrentadas furiosamente, mientras, en media Europa, siguen estando en la luna con respecto a migrantes, refugiados y rehenes de guerra.
Es por ello, que por ser solidarios por estos lares aprendemos pronto a ser muñecos de trapo imitando sinsentidos. Por eso, en pleno octubre, podemos definir que las fronteras y límites entre provincias cercanas andan enmascaradas en sus propios túneles del tiempo para deleite de los desordenados y tristeza de los justos. En Cádiz ya se puede decir que estamos en semanas de carnaval, ensayos de comparsas y cuartetos con estribillos y popurrís por medio pópulo y con tipos y pitos a reventar. Por la zona de Sevilla ya es tiempo de Rocío, sobre todo porque aquí nunca deja de serlo.
En Málaga ya empiezan los cócteles de verano y la publicidad para los macro conciertos de julio y agosto porque por la costa del sol siempre es estío y siempre se cumple aquello que dice que el verano nunca acaba aunque vivamos en cualquier mes del año, y, en Jerez, podemos afirmar y confirmar que ya es semana Santa, con sus traslados, sus misas de hermandad, sus reuniones de palquillos, su olor a incienso, y, sobre todo, su incertidumbre por el tiempo y el riesgo acumulado para techos de pasos y mantos de vírgenes. Como siempre, sea primavera o no, tiene delito volver a caer en lo mismo de programar semana santa en tiempos de lluvia. Por lo que se ve, cada uno festeja cuando quiere. Así nos va.
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