
Gumersindo Ruiz
Siete cosas a saber sobre los aranceles
Concluida una nueva edición del Festival de Jerez, el evento mundial más destacado dedicado al baile flamenco y la danza clásica española, que nuestra ciudad tiene el privilegio de acoger desde hace casi treinta años, la junta directiva de la asociación firmante se ha reunido para realizar un balance del mismo y ofrecer tanto a la sociedad civil como a los responsables municipales algunos aspectos que nos resultan preocupantes y que demandan atención de las instancias responsables de su organización.
Nadie pone en duda el valor de esta cita, que es internacional y proyecta Jerez al mundo (nos visitan miles de personas procedentes de más de 40 países), pero sería lamentable, además de imperdonable, que el crédito adquirido con tanto esfuerzo se pueda ver empañado por las carencias que, debido a la falta de atención e inversiones, están aflorando y comienzan a trascender las fronteras exclusivamente profesionales, donde estas eran lógicamente conocidas. Pero los mismos profesionales han seguido apostando por este festival, tanto por su prestigio como por la atención que los artistas recibían, dos señas de identidad que hay que cuidar para que el crédito obtenido no corra peligro.
Pensamos así que el evento precisa de un fuerte revulsivo, un esfuerzo especial para implementar medidas que blinden su imagen y su programación de forma que Jerez continúe siendo la capital mundial del baile y de la danza. Ello incluye distintas acciones que van a necesitar de un concurso público más amplio y también del concurso privado, para poder así superar las limitaciones económicas actuales. Se hacen así precisas intervenciones que refuercen la presencia del evento en la misma ciudad y que muestren su orgullo de acogerlo; pero, sobre todo, se manifiesta fundamental la búsqueda de una segunda sala que reúna las condiciones adecuadas para artistas y público.
El Festival, tal como fue concebido, cuenta con una fuente de financiación propia que no tienen otras citas –sus cursos de formación–, pero que es insuficiente para abarcar una organización a la altura de su prestigio y complejidad. Un problema endémico, agravado de forma especial en esta pasada edición, es el de la inexistencia en la ciudad de una segunda sala, de tamaño medio, que reúna las condiciones escénicas necesarias para artistas, público y, de forma especial, para la disciplina protagonista del ciclo. Estamos hablando de baile y danza, algo que no se puede representar en cualquier lugar. El Festival, a lo largo de su existencia, lo ha intentado con diferentes salas, de la Compañía a Paúl, y, si la primera aún se mantiene, conocidas son sus limitaciones para, especialmente, la danza.
La dos salas de los Museos de La Atalaya parecieron una solución mientras hubo presupuesto para gradas (un solo año). Sin ellas, los problemas de visión casi inhabilitaban a una de ellas, pero, aun así, la opción de este año, Centro Social Blas Infante, ha hecho que gran parte de los fieles a la cita las añoren. La falta de visibilidad para la mayor parte del aforo y los problemas de transporte entre la zona de El Retiro y el centro han provocado que el espacio elegido para esta edición haya acusado una escasa respuesta de público en la mayoría de los espectáculos programados. Desde esta asociación, pensamos que la decisión política de ocupar La Atalaya con otro evento de manifiesta inferior categoría e interés social ha sido un desacierto, como lo fue la presentación de la programación mediante una nota de prensa. Y sobre todo, es muestra palpable de que el gobierno municipal no es consciente de la importancia y trascendencia del Festival más allá de Jerez.
Miembros de esta asociación y de su junta directiva han percibido –y recibido– este año unas muestras de descontento que no debieran repetirse por el bien del Festival y de la propia ciudad. Es necesario un esfuerzo especial con vistas no solo a la trigésima edición del ciclo, sino también a la candidatura de Jerez para la Capitalidad Europea de la Cultura en 2031, para la que nuestra cita debe constituir una de las principales fortalezas. Bueno sería, pues, que, en ese camino, no se mostrasen las debilidades que se han puesto de manifiesto en la pasada edición.
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