Visto y Oído
Emperatriz
Asistimos atónitos al caso de Íñigo Errejón que se ha tenido que ir por patas y rapidito porque la cosa se le ha puesto muy fea con un tema cuyo titular es muy delicado. Un asunto injusto, peligroso y que genera un gran rechazo como es el acoso sexual. Cuenta con una denuncia interpuesta contra él por una actriz que describe la situación susceptible de reproche judicial y social. A esto se le añade su condición de político que complica la situación personal y la de su partido que “si no podía... pues sumaba...” pero ahora parece que más bien resta, ¿verdad Yolanda Díaz?
A más a más, se le pone más difícil todavía por el tipo y tendencia política a la que se le puede imputar una doble exigente social por ser de aquellos a los que más se les ha llenado la boca (y los bolsillos) defendiendo lo que ahora se le reprocha y se le pone en contra. Es una vieja forma de comportamiento que tienen algunos con doble moral. Estos hacen exactamente lo que le critican a los demás. También es vedad que la mayoría cae y habitualmente son descubiertos o más bien delatados por aquellos y aquellas que le auparon, por “los suyos”. Por los que estuvieron callando, mientras comían, injusticias muy graves y denigrantes para las personas.
Errejón parece ser que estaba rodeado por esas personas de estómagos agradecidos y muy educadas porque no hablan con la boca llena. Ahora bien, hasta que no haya una sentencia firme, si prospera la denuncia y la investigación, habrá que estar invocando la presunción de inocencia por muchas dudas o indicios que se estén manejando. La pena de banquillo ya no hay quien se la quite y en el juicio mediático está claro que ya ha sido condenado. Esto es lo que realmente les importa a quien o a quienes hayan ahora puesto en circulación aquello que, por lo visto, estuvieron manteniendo en silencio durante bastante tiempo y les convierte, llegado el caso, con independencia de las responsabilidades políticas, se convertirían en sospechosos de haber cometido algún delito por omisión.
Esta situación pone una vez más de manifiesto esa técnica que muchos aplican: la técnica del ‘calla y come’. Que no es más que lo que hacen muchos políticos para que los dejen tranquilos y evitar problemas con quienes les atacan o más bien les chantajean cuando gobiernan o tienen puestos relevantes. Es el coste de tener en silencio o latente en el olvido a las lenguas viperinas. Muchos confunden esta práctica de sucumbir a la extorsión intentando argumentar que lo hacen por conseguir “la paz social”. Jajaja, eso no es un bien para todos que es lo que busca la cosa pública. Eso es pagar con el dinero de todos a enemigos declarados públicamente. Algunos los meten en sus equipos de asesores u otros puestos de asignación directa. Quede claro que eso no es hacer un trabajo ni establecer una estrategia para conseguir la paz social. Es comprar el silencio de un enemigo. Y ese enemigo con el tiempo salvo contadas excepciones te dará la puñalada. La rata siempre vuelve a la alcantarilla o te pega el “errejonazo” y vaya usté condió.
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