Francisco

Antonio Machado tiene un poema titulado: He andado muchos caminos, que termina así: “…y no conocen la prisa/ ni aún en los días de fiesta./Donde hay vino, beben vino, donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven, /laboran, pasan y sueñan, / y en un día como tantos, /descansan bajo la tierra.”

Francisco está enfermo de diversas dolencias y me he dado cuenta que los católicos no han organizado esos, multitudinarios rezos que acompañaron la enfermedad del Papa Juan Pablo II. Este Papa tan celebrado por los conservadores, que lo hicieron santo casi antes de fallecer, al que hasta le erigieron un monumento en el reducto de la Catedral jerezana. Le reconozco al Papa Wojtyla la encíclica Laborem Exercens, sobre el mundo del trabajo. Asistí a su presentación en la Casa de Ejercicios, y que el obispo de Huelva presentó, y que, ante una audiencia católica, muy católica, pidió disculpas por el contenido ya que el “Papa venia de Polonia”. Todos los asistentes contentos. Yo no.

El Papa Francisco ha opinado, bajo diversos estilos, de muchos aspectos conflictivos que ocurren en la sociedad. Una corta apertura hacia el diaconado de las mujeres, a la participación de los laicos en la responsabilidad, aún somos de segunda, o tercera categoría. Un acierto en la convocatoria del Sínodo, y la celebración de la realidad eclesial en Latinoamérica, a la madre naturaleza. Acercamiento a los divorciados, a los cristianos de Asia, África. Sus visitas a diócesis francesas, aún no reconoce a la República Francesa. Larga vida al Papa Francisco.

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