La generación del 24

08 de agosto 2024 - 03:05

Las calamidades en lo político y en lo económico suelen llevar aparejadas un florecimiento en lo cultural. Una especie de compensación histórica al modo de la suerte de la fea, que la bonita desea o del desgraciado en el juego que se cree afortunado en amores. Un premio de consolación ante la adversidad.

Así ocurrió en España tras el desastre del 98, que nos regaló una generación literaria de primer orden. Nombres como el de Pío Baroja, Azorín, Maeztu, Miguel de Unamuno, Antonio Machado o Valle-Inclán enjugaron tanta decadencia con obras maestras de la literatura española, siempre desde la pesadumbre y la impotencia de redimir al país. En el caso de Unamuno, a la pérdida de Cuba y Filipinas, le unió la pérdida de la fe en el liberalismo, el socialismo y el cristianismo.

Otro desastre que se olisqueaba en el CCC aniversario de la muerte de Góngora fraguó la llamada generación del 27. Aunque estas etiquetas no están exentas de crítica, se suele incluir en su nómina nombres como el de Federico García Lorca, Luis Cernuda, Damaso Alonso, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Aleixandre o Rafael Alberti. La guerra civil hilvanó a unos con otros, no solo por la situación política y social de España, sino por la búsqueda de una identidad nacional y cultural propia.

En 2024, España encara un nuevo desastre. A falta de otros literatos, forman su nómina de prebostes, Antonio Garcia Ferreras y señora, Félix Bolaños, Carlos Puigdemont, Cándido Conde, Oscar Puente, Yolanda Díaz, Koldo, Álvaro García Ortiz, Begoña y su cuñado.

La historia siempre se repite. A todo desastre, su generación. La generación del 24 es más de prosa; o sea ‘prosaica’. Como la del 98, es generación de pena y no de gloria. Y como la del 27, sigue ligada a la guerra civil. Cualquiera podría recibir el Nobel de literatura o el premio María Guerrero.

stats