Carmen Pérez

Qué guays hemos sido en Europa

Tribuna Económica

25 de marzo 2022 - 01:37

En la mitología griega, Prometeo está íntimamente ligado a la humanidad. No sólo porque fue el creador del hombre, sino porque también, traicionando al dios Zeus, lo favoreció entregándole el fuego. El fuego es símbolo de la energía, elemento esencial para el desarrollo de la civilización. Prometeo estaría orgulloso de Europa. Pero los europeos, al perseguir los civilizados objetivos energéticos, olvidaron la otra parte del mito. La desobediencia de Prometeo provocó que los dioses enviaran la caja de Pandora y escaparon de su interior todos los males del mundo, quedando vertidos sobre los hombres.

Nos encontramos en una situación en la que la única forma de asfixiar a Rusia económicamente sería que Europa dejara de comprar su gas y su petróleo. Las sanciones que se le han impuesto a Rusia son muy duras y dificultarán la acción de Putin, pero no van a conseguir bloquearlo ni a corto ni a medio plazo. Primero, porque lleva años preparándose, sabía de sobra que podría sufrirlas si daba el paso. Y porque esas medidas están llenas de huecos por los que Rusia puede escaparse.

La tragedia para Europa es que el gas y el petróleo rusos son irremplazables. La proporción en la que participan en cubrir las necesidades energéticas europeas es tan alta que no hay alternativas en el mundo para sustituirlos. Por eso es una medida que Europa no se ha atrevido a tomar. Nos llevaría directamente a una recesión económica. La Unión Europea se ha comportado en el pasado ignorando este hecho, confiando en que nunca dejarían de fluir abundantemente y a bajo coste. Y Rusia, que sabe de su poder, lo ejerce. Ayer mismo lo hizo con la exigencia de cobrar en rublos sus exportaciones de gas y petróleo.

El significado de la palabra prometeo es "el que piensa con anticipación". Justo lo que Europa no ha hecho. Resulta asombrosa la apabullante ingenuidad con la que nos hemos comportado al no valorar en el pasado los enormes riesgos de nuestra esclava dependencia energética. Hemos sido muy guays y ahora nos enfrentamos a las consecuencias.

Volcada en conseguir el muy loable objetivo comprometido para 2050 de estar completamente electrificados, Europa lleva años comportándose como si éste fuera un objetivo conseguido. Hemos dado por superado el tema del almacenamiento de energía cuando dista mucho de estarlo, hemos despreciado la búsqueda de nuevas fuentes de gas y petróleo, también desechando su extracción por fracking, hemos eliminado o reducido las centrales nucleares y las inversiones en infraestructuras gasísticas, hemos creado un mercado de emisiones de Co2 especulativo… Ahora todo ha estallado por los aires y tendremos que replantearnos todas estas decisiones.

Nos queda una esperanza. Cuando Pandora atinó a cerrar la caja, quedó en el fondo lo único bueno que mandaron los dioses, Elpis, el espíritu de la esperanza. Que China propicie la paz es nuestra esperanza. Para el futuro, Europa tendrá que librarse de sus cadenas energéticas. Si no, le pasará como le pasó a Prometeo, que quedó encadenado a una roca del Cáucaso, y un águila se comía cada día su hígado, que volvía a crecer, al ser inmortal, de nuevo cada noche.

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