José Manuel Moreno Arana

Hierro y arquitectura (II)

20 de agosto 2024 - 03:04

Ya vimos que nos quedan algunas muestras de rejería religiosa del siglo XVI en la ciudad, todas ellas por fortuna documentadas. Frente a esto, de las vinculadas a la arquitectura civil, además de ser todavía más escasas, se carece de información sobre ellas. En este ámbito sólo merece la pena destacar el conjunto de rejas que adorna la fachada principal, levantada hacia 1590, del palacio Dávila, donde sobresalen las que cierran las dos ventanas. Sus remates a modo de estilizados roleos vegetales son simplificaciones de los incluidos en las obras sacras de la época. En una línea parecida se hallan las que se observan en el segundo cuerpo de la fachada del antiguo palacio de los Marqueses de Villamarta, edificio también construido en el Renacimiento pero reformado intensamente por Francisco Hernández-Rubio en 1923, lo que obliga a ser cautos sobre su originalidad.

Avanzando en el tiempo, ya en el XVII, el trabajo del hierro aplicado a la arquitectura parece entrar en una clara decadencia. Las casas de ese momento se dotan de rejería de extremada sencillez, sin concesión alguna a lo ornamental. Y en los interiores sacros se constata cierta preferencia por el empleo de la madera. Lo vemos en las rejas de ciertas capillas laterales de San Marcos o en la del Rosario de Santo Domingo, todas fechables en la segunda mitad del Seiscientos y de gran monumentalidad y riqueza la última citada. La excepción a esta tendencia hay que buscarla en la que se encuentra en la iglesia de la Cartuja, labrada por los maestros cerrajeros sevillanos Marcos de la Cruz y Francisco de la Chica en 1673. Partiendo de esquemas renacentistas, posee una profusa decoración dorada, incluyendo escenas en relieve y una ampulosa crestería que corona todo el conjunto. Sin duda, el mejor ejemplar de rejería barroca en Jerez y la provincia de Cádiz.

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