
Carmen Pérez
La inteligencia artificial en las empresas españolas
Al parecer, para agradar en su momento al régimen nazi que le había prestado su ayuda en nuestra confrontación fratricida, la recién estrenada dictadura de Franco, en plena guerra mundial, decidió alinear nuestros relojes con los alemanes cuando en marzo de 1940 se implantó en España que las once de la noche pasaran a ser las doce, indicándose entonces que "oportunamente" se avisaría a los españoles del restablecimiento de la hora "normal", sugiriendo de esa forma que nuestro país volvería a recuperar el huso horario del meridiano de Greenwich que es el que nos corresponde por nuestra situación geográfica, al encontrarse la mayor parte de la Península dentro de la zona comprendida por esa imaginaria línea adoptada como referencia para los husos horarios de todo el mundo, por lo que España, excepto las Islas Canarias donde sus relojes marcan sesenta minutos menos, tiene la hora europea central que es la de Berlín, en lugar de la occidental; la de Londres; lo que supone una hora de adelanto con respecto al sol durante el invierno y dos, en verano, como promedio…
Y aunque sobre el asunto y especialmente cada vez que toca actualizar el reloj mucho es lo que se ha hablado y polemizado sobre si el ahorro energético es significativo o no, si este doble anual cambio horario; en la primavera y el otoño; afecta a nuestra salud, especialmente en determinadas edades y también ante los reiterados anuncios del gobierno y no digamos de los organismos de la Unión Europea de que hay que modificar este sistema horario, lo cierto es que desde aquel cambio ordenado por el dictador nada se ha cambiado y aquí seguimos alineados con la hora de Berlín, por simpatía con un monstruo que invadió medio continente y dejó elocuente testimonio de su locura en no pocos campos de concentración, aunque a nuestros progresistas políticos de izquierda se les haya pasado por alto este pequeño detalle histórico y prefieran perder el tiempo con las gilipolleces del lenguaje inclusivo o descalificar desde el poder legislativo al poder judicial, cuando alguna sentencia no les viene a pelo, cargándose con una frase, un gesto o una proposición el principio de la división de poderes formulada por Montesquieu…
Y esa es, según nos anunciaron al llegar, la nueva política que sacará a España de su decadencia y de su ruina con la que era necesario y urgente acabar.
Del respeto a la ley, a las instituciones, a la propia historia del país; de la imprescindible renovación de los cargos públicos, de la limitación de mandato, de la austeridad en el gasto y el control de la retribución de quienes ejercen cargos en cualquier ámbito de la administración, como con el asunto de la actualización de la hora "berlinesa" de Franco, de eso, ni palabra…
¡ Heil Reloj ¡
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