Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
Todo observador podrá reparar en los artísticos azulejos de cerámica que representan la imagen de la Inmaculada Concepción localizados en diversos puntos de nuestra ciudad. Entre ellos destacan el existente sobre la portada del salón de plenos del Consistorio, el de San Miguel en el lateral que asoma a la calle del mismo nombre, así como el de la antigua iglesia de la Compañía, entre otros.
Del siglo XIV datan memorias de la fiesta de la Concepción en la parroquia del Divino Salvador (Colegial). Se refiere que a dicha ceremonia asistían cabildo, clero y hermandades con gran aparato y grandiosidad. Desde nuestra iglesia mayor el cortejo se dirigía en procesión hasta la de San Francisco donde se celebraba una misa solemne con sermón que duraba hasta la una del mediodía.
Ello nos viene a ofrecer una muestra de la devoción que por esta advocación Mariana hubo en Jerez desde tiempos muy lejanos. Además, la gran estima por la Purísima Concepción de María de los jerezanos daba cumplida cuenta en siglos pasados el hecho que en el desaparecido claustro del convento de San Francisco se alzaba una magnífica capilla llamada de la Concepción, la cual se fue mejorando y embelleciendo a través de los años por diversas donaciones y legados de nobles damas.
También encontramos que en el año de 1600 se celebraron en honor de la Inmaculada unos juegos de “toros y cañas” en la plaza del Arenal, y que en 1610 por acuerdo de la ciudad se organizó una procesión, así como una octava en la que se turnaron en coro, púlpito y altar las hermandades y el cabildo eclesiástico, teniendo lugar esta celebración religiosa en el Real Convento de San Francisco.
El 6 de diciembre de 1617 acordó la ciudad, por iniciativa del caballero Miguel Fernández de Villavicencio, hacer voto en defensa de la Pureza Inmaculada de María, lo que se hizo efectivo en día 8 de ese mismo mes y año ante el escribano Luis de Utrera y Arenas. En dicho voto se prometió defender que la Virgen Santísima fue concebida sin mancha alguna de pecado original. Dicho juramento fue hecho por los miembros de los cabildos civil y eclesiástico, hermandades, caballeros y nobles de la ciudad poniendo su mano derecha sobre el libro de los evangelios. Este voto fue renovado el 21 de julio de 1653 en la Colegial, y el 11 de septiembre de ese mismo año en Santo Domingo.
Un hecho curioso que cuenta la historia es que el 8 de diciembre de 1694, cuando se celebraban en la Colegial los solemnes maitines de la Concepción, que dicho sea de paso, fueron famosos por sus villancicos y música, se deprendieron algunos cantos del artesonado de la antigua Colegial, sin que milagrosamente causara daño alguno a ninguna de las muchas personas que allí se congregaban. Ello fue interpretado como una señal de la Santísima Virgen María para que se iniciara el ansiado proyecto para edificar una nueva Colegial, obras que sin más dilación comenzaron al año siguiente.
No sería hasta 1734 cuando el Papa Inocencio IV declaró la Inmaculada Concepción como misterio de fe. Finalmente, el 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX en la Basílica de San Pedro y ante 200 obispos proclamó como Dogma de Fe la Inmaculada Concepción de María Santísima. En 1904, en el 50 aniversario de esta proclamación dogmática, el Ayuntamiento renovó los votos de la ciudad en el Real Convento de San Francisco. A partir de ahí, con este motivo y durante varias décadas, el Consistorio asistió bajo mazas a la función que la ciudad celebraba en San Francisco el día de la Inmaculada. Desconocemos cuando y porqué esta costumbre dejó de tener lugar, suponemos que a causa del advenimiento de la II República. Lo que sí es preciso destacar, como hemos podido ver, que siglos antes de que el Papa Inocencio XIV declarara la Inmaculada Concepción como misterio de fe, en Jerez se venía dando culto solemne a dicha advocación.
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