El parqué
Álvaro Romero
Descensos moderados
En los últimos días, la presentación de dos proyectos culturales de suma relevancia para Jerez, como son la Candidatura de Jerez a la Capitalidad Europea de la Cultura (CCE) en 2031 y la nueva temporada del Teatro Villamarta, han alcanzado un protagonismo que, más allá de su reflejo en los medios de comunicación, han provocado reacciones ciudadanas de índole diversa.
De la primera de ellas, celebrada en los Museos de la Atalaya, con el boato propio de un acto institucional -donde, por cierto, se evidenciaron ausencias clamorosas, como las de Paco Camas, el Teatro Villamarta o Ismael Jordi, tan difíciles de entender-, han trascendido unas líneas genéricas sobre el proyecto y un manifiesto de adhesión tan optimista como difuso. Ni que decir tiene que creemos firmemente en la cultura como motor de los pueblos y que apostamos firmemente por este tipo de iniciativas como catalizadoras de progreso y democracia. La Candidatura de Jerez a la CCE puede ser una estimulante estrategia para la ciudad; una experiencia que, más allá del objetivo marcado, debería tener valor en sí misma al modo del homérico viaje a Ítaca que tan bien poetizó Kavafis con independencia del resultado, lo verdaderamente trascendente es la vivencia plena del viaje. De ahí que el éxito de esta travesía colectiva, tan ilusionante, necesite de un proyecto sólido y realista que implique a amplios sectores de la ciudad y de la ciudadanía. Por ello, y para no vender humo, convendría contrastar la situación de la legítima aspiración jerezana a la luz de la experiencia y la realidad contrastable.
Córdoba aspiró a la CCE de 2016. La acción se puso en marcha en 2001, a iniciativa de la Federación de Empresarios. En 2006, se creó la Fundación que gestionaría la candidatura y, posteriormente, su oficina técnica, con personal profesional y presupuesto propios. El proyecto de la candidatura cordobesa se dio a conocer en 2010.
Veamos ahora nuestro cronograma inmediato. Antes de 2026, Jerez deberá contar con un proyecto lo suficientemente atractivo como para superar el primer corte que las candidaturas optantes tienen que pasar, lo que supondría contar, desde ya, con un ente consorciado que lo tutele, una oficina técnica profesional y un programa de actividades extraordinarias consecuentes con el objetivo. Todo esto significa tiempo y dinero. ¿Nos queda tiempo? ¿Se va a contar con los medios necesarios, con el presupuesto suficiente? Seamos optimistas, pero la realidad nos muestra de manera cruda que, para nuestra Candidatura a la capitalidad, actualmente no hay un proyecto, solo un listado de buenas intenciones muy genéricas y poco concretas, como se puede comprobar en la lectura del Plan Estratégico de la Cultura y la Creatividad de la ciudad de Jerez. Y en cuanto al presupuesto, resulta legítimo plantearse de dónde va a salir, pues de nuestras endeudadas arcas municipales poco se puede esperar.
Tampoco cabe duda de que buena parte de la actividad más importante que avale la capitalidad deberá estar protagonizada por Fundarte, la Fundación que gestiona el Teatro Villamarta, cuya nueva programación se ha presentado recientemente. No es este el lugar de entrar a valorar su contenido, pero sí conviene constatar que, siendo una verdad absoluta que un teatro no es un edificio -como bien dice su director-, tampoco es una acumulación de espectáculos, entre los que empiezan a menguar sus programas más señeros: el Centro Lírico del Sur y el Festival de Jerez, del que sigue sin presentarse el Programa de Cursos, algo fundamental para mantener el éxito obtenido en anteriores ocasiones.
Desde hace años, se viene hablando del déficit que las cuentas del Teatro Villamarta ofrecen año tras año. A este respecto, se hace necesario incidir en que la subvención municipal, que ha recibido el Teatro en los últimos ejercicios, hace inviable su sostenibilidad como proyecto cultural de carácter público. Este déficit de financiación del Villamarta no es una cuestión de fe. Invitamos a la ciudadanía a echar un vistazo a la Memoria de Actividad de Fundate del año 2022, la última disponible en el Portal de transparencia municipal, donde, en su página 18 y siguientes, se explicita lo que ya es bien conocido: la aportación municipal no cubre los gastos fijos del teatro, prográmese lo que se programe, en más de medio millón de euros, su déficit anual estructural.
Qué duda cabe que, en las circunstancias económicas del Ayuntamiento, hablar de más dinero para la cultura, lo que es decir para el Villamarta o para la Capitalidad, suena a disparate. De ahí que sea necesario plantear otras posibles vías de financiación para ambos proyectos. Aquí hay que llamar la atención sobre el agravio comparativo que ha sufrido y sufre históricamente Jerez en lo relativo a la participación de las administraciones supramunicipales en la financiación del proyecto escénico-musical de nuestra ciudad. Citemos un ejemplo: Granada, ciudad con apenas 15.000 habitantes más que la nuestra y también aspirante a la CCE de 2031, recibe anualmente 1.800.000 € de la Junta de Andalucía para su Orquesta y 700.000 € para su Festival. La aportación de la Junta al Villamarta no llega a los 100.000 €: un 96 % menos. Por su parte, la Diputación granadina subvenciona con 600.000 € los mismos proyectos. La de Cádiz aporta 40.000 € al Festival de Jerez (frente a los 900.000 € anuales al Cádiz C.F., dicho sea de paso).
Por lo tanto, más allá de la situación de las arcas municipales, existe un amplísimo ámbito de mejora en la gestión del Ayuntamiento, que pasa por reclamar ya una financiación supramunicipal singular y justa, acorde con criterios poblacionales y de proyecto cultural de Jerez. Seguir apostando por la candidatura a la CEC y por el Villamarta como su buque insignia significa dotar suficientemente unos presupuestos que posibiliten proyectos competitivos. De no ser así, sería exigible que el nombre de la Cultura se dejara de tomar en vano.
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