
Tribuna Económica
Carmen Pérez
Para octubre de 2025
Entrando en agujas
Llevo varias entregas esta quincenal ‘Entrando en agujas’ en plan cenizo añoso al que todo le sienta mal; viejo cascarrabias hasta con malas pulgas. Voy a cambiar de tercio como si estas lluvias aclararan el ambiente y se llevaran mis males humores.
El lunes pasado se iniciaba en la Escuela de Arte un ciclo dedicado al Diseño. Modalidad ésta que es una de las joyas de su programa educativo. Me llevé una gratísima sorpresa cuando vi entre los ponentes el nombre de una jovencísima diseñadora a la que conocí hace unos años cuando era alumna en el centro escolar donde yo impartía clases. Entonces, ya, despuntaba maneras y, además, de muy buena niña, era una brillante estudiante, muy alejada de lo que era norma en los ambientes generalizados que dan la espalda al conocimiento y donde, desgraciadamente, reina un prosaísmo actuante. Sabía de las muy buenas actuaciones como diseñadora de esta joven guadalqueña; incluso, recurrí a ella para la edición de varios catálogos. Su trabajo, era pulcro, riguroso, profesional y, sobre todo, de una absoluta exquisitez y determinante magnitud estética.
Ni que decir tiene que acudí a la conferencia que la diseñadora dictó en la Escuela de Arte de Jerez. Me quedé impresionado. Aquella joven que demostraba gran valentía y sabio desparpajo en sus trabajos, era toda una consumada oradora, capaz de deleitar a un auditorio exigente. Habló con soltura de la profesión, cautivó con unas argumentaciones lógicas, sensatas y de gran lucidez. A pesar de sus pocos años y de no estar acostumbrada, hizo un alarde de seguridad, no miró en ningún momento papel alguno; su verbo fluido era del todo convincente y supo medir los tiempos para que todo pasara en un suspiro. Sapiencia, profesionalidad, domino, seguridad, poder de convicción… Este viejo huraño al que le molesta muchos de los malos modos que acontecen en una juventud alienada por las nuevas tecnologías, se reencontró con lo bueno de los más jóvenes; viendo que algunos como ella están preparados y saben muy lo que hacen. Su nombre, Isabel Halo. Les aseguro que es buena en lo suyo y, además es lectora empedernida, ama el arte y cuestiona el exceso de lo que se da en una pantalla que desquicia. Ole tú, joven maestra.
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