El parqué
Álvaro Romero
Descensos moderados
La Corredera
Así se llamaba una enciclopedia de ocho tomos en fascículos coleccionables que hablaba de todo. Incluso fue pasada por televisión en una serie de cortos. Y cuando alguien preguntaba o inquiría algún conocimiento, quizás jocosamente, se le refería a la dicha Enciclopedia, como pozo de la sabiduría. El libro, los libros, han sido desde los inicios de la Historia (la Prehistoria terminó precisamente cuando comenzó la escritura). Generaciones y generaciones han estudiado, leído y escrito libros. Una anécdota al canto…C on mi primo Juan Carlos fuimos a la huerta y al llegar no dijimos nada. El buen hortelano que se llamaba Pepillo nos preguntó a bocajarro: "¿Ustedes habéis estudiado ya el libro de la Buenas Tardes? No caímos y respondimos: "Mira, hemos estudiado Matemáticas, Lengua, Química… pero ese libro no". "Pues sí existe un libro de las Buenas Tardes", replicó. Jamás olvidamos aquella lección de mera educación. En el pensamiento y en el haber de todos, el libro era la pieza fundamental del saber y del entender. Y, además, el libro era y es algo muy tuyo y nada más que tuyo. Personalmente además mis libros yo los subrayo e incluso los pintorreo para señalizar algún dato importante. Libro que leo, libro que pintorreo o subrayo.
Hace poco leí un artículo, creo que era de Daniel Ruiz, en el que contaba las angustias que pasaron en su casa cuando faltó su padre y no sabían qué hacer con la copiosa biblioteca que tenía. A mí me enseñó lo que significaba una biblioteca mi inolvidable amigo Pedro Valdecantos, que tenía una magnífica. Y a través de los años he ido haciéndola con libros de toda clase, desde los textos de Veterinaria de hace muchísimo tiempo con los que estudió el padre de mi mujer, hasta enciclopedias, Historia de Menéndez Pidal, el Monitor, National Geografíc, Los Toros de Cosío, Atlas de Geografía… ¿Y ahora qué hago? Voy a la biblioteca municipal y me dice el buen bibliotecario que está abrumado, que todo el mundo le lleva libros que nadie quiere y le faltan estanterías.
Ya nadie quiere libros, todo el saber mundial está en internet. ¿Y dónde está almacenada toda esa literatura, ese saber? Dicen que en una nube, una enorme red de ordenadores desperdigados por toda la Tierra. Nadie es su dueño, es de todos. Me acuerdo de la legendaria Biblioteca de Alejandría y de tantas otras que guardaron el saber de siglos. ¿Se perderán las actuales? No me fío ni un pelo. Alarma, grito, suplica y petición a todos los bibliotecarios de todos los pueblos y ciudades: guardad los libros por favor.
PD. Amigo, te doy un consejo: ama a tus libros y di a tus hijos que son una herencia que hay que conservar. Internet también, pero los libros, tus libros, son parte de ti. Por si acaso para siempre. De chiquillos leíamos cuentos, ahora ellos están todo el día con WhatsApp y TikTok. ¿En el futuro volverán los cuentos y los libros?
PD 2ª . Me han dicho que Putin, traducido del ruso al español, es el gerundio del verbo putear.
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