Felipe Ortuno M.

Medios de comunicación

Desde la espadaña

23 de octubre 2024 - 03:05

Los medios no tienen remedio. Están ahí por más que te pese. Son contingentes y necesarios (en recuerdo de J. L. Cuerda). Marcan el primer toque de despertador. Noticias, opiniones, tendencias, ideologías, lenguaje. Todo pasa por ellos, a ellos nos debemos en gran parte, y por todas partes. Su influencia domina la educación política del ciudadano. No sé si la moral; pero también.

Como cernidores del grano, tamizan cuanto hay en el mundo, disciernen opiniones, a falta de otra cosa mejor, haciéndonos pasar a todos por el aro. Son el nutriente de las mayorías, por encima de las familias, la escuela o el entorno. Tienen dominio, manipulan y hacen lo que quieren con las ideas: lo mismo las ordenan que las desbarajustan a su antojo. O de quien paga; porque no parece que la deontología profesional se tenga muy en cuenta. Se mezcla la información con la ignorancia; porque es en la información donde nace la desinformación que contamina ¡paradoja!

Hay adicción al poder, y son los medios quienes mejor trasmiten esta tendencia. Las armas más eficaces no son las bombas, ni los tanques. Los medios resisten mejor el combate y hacen sangre más limpia que el kétchup de las películas Wéstern. Mucho más aséptico y presentable. Está claro que la lucha política los ha adaptado a sus fines; salvo la prensa rosa que se ha dedicado al despiste popular, quién sabe si para cumplir las veces del pan y circo que convenga al poder que la utiliza. Está por ver. Ahora tenemos derecho a la información, sea como sea; y nadie reclama la información verdadera, que es de lo que se trata. Se debería tener independencia para informar de verdad. Después vendría la opinión, que es otra cosa.

En cualquier caso, la verdad. La connivencia con el poder ha dejado la independencia periodística al borde de la desnudez, y se prefiere el cazo a la fría intemperie del invierno. La dádiva lo puede todo, indefectiblemente. La información se ha convertido en asunto mercantil por encima de los intereses del público. No es de extrañar que surja una desconfianza razonable hacia los profesionales del medio ¿Quién puede ser imparcial? De una manera u otra todos están sometidos a presiones. Pero ¿quién puede permitirse el lujo de mantenerse en una conciencia firme? ¿Quién defiende la legítima libertad de expresión? Es verdad que está recogida en la Constitución. Pero ¿quién la aplica? ¿y mientras tanto qué?

En la actualidad la comunicación social miente y se falsifica: hay fake new por doquier. La ética profesional brilla por su ausencia. Todo se mueve en lo políticamente correcto, aunque nos carguemos el humanismo más elemental; sólo se trata de cubrir el expediente y lavarse las manos ¿Quién entra de lleno en las verdaderas cuestiones que importan? De nuevo la verdad, que se ha de enfrentar a las grandes corporaciones que dominan la información del mundo. Los hilos están manejados y es imposible la libre circulación de información. El pensamiento único se impone a través de los altavoces mediáticos, a través de la monolítica visión del mundo que se nos está imponiendo sin que nosotros podamos hacer otra cosa que la de callar como corderos llevados al matadero.

Los medios de comunicación, que todavía quieren sostener el criterio de verdad, son capados por las mismas autoridades o por los acomplejados que no se oponen a ellas. Ahí estamos, enmudecidos ante el esquilador. La disidencia está siendo tan perseguida hoy como lo fuera en los sistemas totalitarios de la peor calaña. Por supuesto, con otros métodos más sutiles, pero perseguida, al fin y al cabo. Las voces discrepantes del poder son apagadas de muchas formas, de educadas maneras que te permite las existencia prorrateada en concesiones mínimas, pero controladas. Un ejemplo: ¿quiénes reciben primero las noticias políticas? ¿qué medios llevan la delantera en una sociedad en la que sobrevivir requiere la prontitud? Sin duda los medios afines y subvencionados. Los otros están, pero no existen; por lo que la información siempre llega desde los canales oficiales y amansados.

La disidencia es arrinconada y ninguneada, que es lo mismo que ser eliminados educadamente: le cortaron la cabeza; pero le dieron un masaje cervical para que no le doliera demasiado ¡qué detalle! Tenemos derecho a la verdad y se nos está alimentando con mentiras. O sea, con medias verdades, supuestas opiniones y desinformación a tutiplén. Los medios de comunicación prefieren darnos noticias, sea como sea, con tal de apartarnos de la verdadera y única realidad. Toda la información al servicio del poder y de quien paga. Otra cosa no existe. Existe la Verdad. Mi pregunta es sencilla: ¿Existe verdad informativa?

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