Inmaculada Peña Ruiz

Sobre los “Monumentos mediocres” en Jerez (XVIII)

La Sacristía del Arte

21 de octubre 2024 - 03:05

“solo se puede decir de un pueblo que ha muerto cuando su genio se ha perdido”. Así reza la inscripción del monolito “más salvaje” de Jerez, dedicado a Blas Infante. Este se erige en el patio del antiguo colegio que llevaba su nombre, hoy convertido en el Centro Las Trece Rosas.

Sobre una base estrellada de ladrillos y hormigón, se alza el monolito cuadrangular que exhibe una placa de mármol negro, con la inscripción grabada en su superficie. Lo recuerdo perfectamente porque se veía a través de los setos que delimitan el colegio.

Hoy podría convertirse en el destino perfecto para los amantes del riesgo, ya que acercarse a él es toda una hazaña digna de valientes. Abandonado a su suerte entre la maleza, llegar hasta el monolito es como completar una etapa de Supervivientes. Eso sí, como premio puedes publicar en las redes sociales un selfie con el monumento más olvidado de la ciudad, lo que hará que tus seguidores se pregunten si has descubierto una reliquia o simplemente te has perdido.

Diría que es un monolito bastante digno y que merece ser preservado en buenas condiciones; es lo mínimo que se podría hacer por él. Su estructura de hormigón está en serio peligro de derrumbe, con profundas grietas causadas por las raíces de árboles que lo asfixian. ¿Cómo ha llegado a este estado de abandono total? Quizás nadie sabe siquiera que está ahí. Apenas es visible a menos que te acerques mucho y apartes unas cuantas ramitas. Desde cierta distancia (unos dos o tres metros), bien podría clasificarse como “arte post-apocalíptico”, ya que parece extraído de una película de catástrofes, donde la naturaleza reclama su territorio a la humanidad. ¿Es que vivimos en el planeta de los simios? A lo mejor es todo más sencillo ¿verdad? Simplemente a nadie le importa lo más mínimo.

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