Los ‘mozos de cuadra’

Los medios no dejan de hablar de los ‘mozos de cuadra’. En Jerez, cuna del caballo cartujano, resulta una profesión especialmente valorada, -no en vano miman la estirpe más noble del pura raza español-.

A los catalanes independentistas, eso de un pura raza española, les produce grima y sarpullido. Por eso se han inventado, como en tantas otras cosas, un legendario caballo catalán resultante del cruce bastardo con percherones pirenaicos que están dando como resultado bestias cojitrancas, pero enjaezadas con dinero de la Generalidad.

Para cuidar del encaste, el ‘Govern’ también dispone de ‘mozos de cuadra’, entre cuyas funciones se encuentra la histórica de mamporrero. Noble oficio que contribuye ontológicamente a la procreación, dirigiendo el miembro del caballo en el acto de la cópula con la yegua. Ni la tragicómica Celestina soñó con tan fecunda intervención en un afer amoroso. Dicen que la palabra mamporrero proviene del cruce de mano y porra; siendo el ‘mozo’ quien pone la mano y el equino, la porra.

Hace unos años, se escapó de una cuadra catalana, un semental pirenaico. Al despedirse, blandió su porra, -sin ayuda de mamporrero alguno-, y ha estado paseándose por todas las ferias de Europa, ora al paso, ora al galope. No hace mucho, se supo que el semental volvería a su cuadra, dando fecha, hora y lugar de aparición. Y así fue. Llegó a trote ligero para exhibirse en un arco de triunfo, como si fuera Incitatus el de Calígula. Escoltado por varios ‘mozos de cuadra’, se volvió a sacar la porra y ha violado despiadadamente a tirios y troyanos; a políticos y jueces; a guardias civiles y ‘mozos de cuadra’. Y tras la hecatombe sexual, puso rumbo al Olimpo como Pegaso, por arte de birlibirloque. El dueño del cortijo fue quien lo planeó.

Moraleja: El équido pirenaico no precisa de mamporrero, acaso de domador.