El nuevo gran cambio

Entrando en agujas

30 de octubre 2024 - 03:05

Estamos terminando el año. En éste, los fastos-nefastos de la Magna han dado paso a los previos del maratón que se avecina con esas zambombas que, como esto siga así, van a comenzar tras el fervorín a la Patrona en la calle de la Merced. Y antes, la suprema exaltación del halloween -el hagoguin que dice mi nieto-. Una realidad que ya no tiene vuelta de hoja y que ha conquistado absolutamente un sentir ciudadano al que sólo le interesa la propia exuberancia de la fiesta pura y dura. Tanta fuerza tienen la calabaza, las telarañas, los chorreones de sangre o las gasas sangrientas que todo gira en torno a esa infernal iconografía de la muerte festera. Desde el todopoderoso Corte Inglés hasta el entrañable refino de barrio o la tabernita con cinco amiguetes jugando a las cartas, todo se encuentra bajo la ultraterrenal decoración absurda de un halloween súper estrella.

Antes, cuando llegaban estos días, el centro neurálgico era el cementerio con su añoranza de nuestros difuntos. Los cementerios, ahora, se han apartado, aún más, de los pueblos y ciudades con las cremaciones, los columbarios parroquiales o, incluso, los idílicos parajes donde depositar las cenizas. En otro tiempo, la flota de autobuses urbanos aumentaba las líneas que pasaban cerca de los camposantos; hoy el incremento se centra en las que van a los centros comerciales para que la gente adquiera su burdo disfraz de muerto viviente. Es otro nuevo cambio, más espectacular, aun, que el climático. Prepárense desde hoy para ver a las mamás -desgraciadamente hoy existen más mamás que madres- llevar a los colegios a sus hijos vestidos de sangrantes máscaras mortuorias. Incluso verán a algún patético docente travestido a lo funerario.

En este sentido, me da pena de muchos abuelos cuando han de recoger a sus nietos de la escuela y llevarlos de la mano de esa guisa esquiva. Todo sea por la reconciliación familiar. Tan metido está halloween en nuestra sociedad que a este que esto les escribe se le va a terminar la columna sin hablar del Tenorio. No tengo perdón de Dios.

stats