Patronímicos

14 de noviembre 2024 - 03:05

Cada cual lleva sus apellidos con la mayor dignidad posible. Cosa que no siempre es fácil..., y sé de lo que hablo. De rabiosa actualidad encontramos a un chileno llamado Nicolás Rey Follador. En España existe una refulgente y carísima Luz Cuesta Mogollón. A medio camino entre la verdad y la leyenda urbana suenan personajes con nombres y apellidos desternillantes, como Eva Fina Segura; José de la Polla; Rosario del Cura Sacristán; Alfonso Seisdedos Pies-Planos; Susana Braga Palomino; Emiliano Salido del Pozo (acaso, pariente); Perfecto Ladrón Honrado y toda una fauna de nombres y apellidos que caen como la losa de un sarcófago a espaldas de sus resignados portadores.

Otra batería de apellidos son los toponímicos. Sus agraciados no suelen verse sometidos a la sonrisa burlesca del funcionario de turno, ni al mecanismo de autodefensa de adelantar el chiste fácil para amortiguar la chanza. Apellidarse Ojeda, Ocaña, Toledo, Catalán, Corral, Ávila, Navarro o Villanueva, parece algo anodino que excluye la cuchufleta.

Otra fuente de apelativos la encontramos en los llamados patronímicos. En este caso derivan del nombre del padre o de los antepasados y ponen de manifiesto la pertenencia a un linaje. Según el Instituto Nacional de Estadística el patronímico más corriente en España es García, que coincide con su nombre. Le siguen por frecuencia Rodríguez, González y Fernández que derivan de los nombres propios Rodrigo, Gonzalo y Fernando.

Otro patronímico es Sánchez. Que me perdonen mis amigos Sánchez, pero deriva de Sancho y sancho es cerdo. En Méjico, también se conoce por sancho el animal que es criado por una hembra que no es su madre. Directamente de sancho deriva chancho, que sigue siendo un puerco, gorrino, cochino, marrano o guarro. Así que ya saben que Sánchez es cerdo, aunque no todos los Sánchez lo sean. ¡Válgame Dios!

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