El Plan de Defensa o la diferencia entre persuadir y contentar

Con los recursos recién asignados podremos llegar, a lo sumo, a que se nos admitida el cumplimiento del 2% en este ejercicio, pero el Gobierno tendrá que afrontar incovenientes

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, explica el incremento del gasto en Defensa comprometido con la OTAN para llegar al 2% del PIB.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, explica el incremento del gasto en Defensa comprometido con la OTAN para llegar al 2% del PIB. / A. Pérez Meca · Europa Press

Ya conocemos bien que el presidente del Gobierno tiene unas capacidades admirables tanto para darle una “patada hacia delante” a un asunto incómodo, o para improvisar una solución cuando ya no queda más remedio que darla. A estas dos, añadiría otra: la de construir una justificación que satisface las dudas e inquietudes de sus simpatizantes satisfactoria y que, casi siempre, sirve de defensa contra los radicales libres que están en el gobierno y en su entorno parlamentario.

También hay que reconocerle la habilidad para hacer dudar de la interpretación correcta de una norma, aunque sea a costa de alterar lo que los ciudadanos podamos tener establecido en nuestra mente o de reinterpretar el significado vigente de una palabra. Como el gobierno se siente cómodo con unos presupuestos no solo prorrogados, sino procedentes de una legislatura anterior, el presidente podrá presentarse con su Plan de Defensa en una próxima cita internacional, demostrando que cumple con la obligación –sin matices que valgan– de destinar a Defensa el 2% del PIB, aunque esto sea solo una primera providencia. Hay que reconocer que fue todo un alarde, hace pocas semanas, justificar que no se podía establecer la cuantía del 2% porque se carecía de la estimación definitiva del PIB. También hay que reconocer el arte que ha tenido el Gobierno para hacer emerger fondos de donde no parecía haberlos, ya sea lo no gastado para atender a las consecuencias de la pandemia, reorientando fondos del plan de recuperación –quizá alegrándose por encontrar una forma de gastarlos–, o reasignado gasto ya previsto. Puede haber un problema: nuestro presidente ha dicho que todo el gasto se ajusta a la métrica de la OTAN, aunque también dijo antes que esos criterios podrían ser revisables. Sin embargo, el Secretario General de la OTAN ha sido muy contundente al afirmar que no habrá ninguna revisión. Así pues, me temo que, no puedan entrar en el cómputo la lucha contra el cambio climático, las catástrofes naturales y los descuidos de los usuarios de internet. Comprendo que el presidente no tenga más remedio que complacer a unos cuantos, pero el resto de los ciudadanos somos personas adultas y responsables. Y, sobre todo, somos quienes vamos a pagar un gasto que no deseábamos, asumiendo que no queda más remedio que hacerlo. No estaría de más que el presidente se dedicase a convencernos a los contribuyentes, - no preferimos gastar en armas antes que hacerlo en servicios públicos, pero reconocemos la realidad- en lugar de intentar complacer a los … (dejo el calificativo al juicio del lector) que le sostienen su gobierno.

Con los recursos recién asignados podremos llegar, a lo sumo, a que se nos admitida el cumplimiento del 2% en este ejercicio. Sin embargo, el gobierno tendrá que afrontar algunos inconvenientes. El primero es que ese porcentaje es solo un mínimo a alcanzar, y solo servirá para superar el examen inmediato. El segundo es que hay que consolidar y aumentar ese gasto, y ya no basta con una rebusca de monedas entre los cojines del sofá, como cuando éramos niños. El tercero es que carece de cualquier sentido eso de justificar el gasto aduciendo que su mayor parte se va a realizar en España. Esta afirmación es solo un edulcorante. Creo que lo suyo es decidir entre una mera suma de defensas nacionales o construir una auténtica defensa europea, en la cual los suministradores serán, en cada caso, los mejores de la Unión. La diversificación de industrias a escala nacional, la disgregación de las compras, la ausencia de estándares unificados, etc… impide que la UE construya una industria de defensa de escala mundial, ´Y, lo más importante, es lo que hace imposible que esa industria de defensa se traduzca en industria civil.

Lógicamente, el temor a la amenaza neosoviética es más débil a medida que aumenta la longitud oeste, y, además, nuestro buenismo nacional nos impide distinguir entre pateras y fragatas. Nosotros, la gente, refrendamos en 1986 la permanencia en una organización de defensa, de forma que las obligaciones adquiridas no admiten ahora matices ni simpatías ideológicas. Afortunadamente, el análisis sobre preferencias, amenazas, aportaciones, etc. tiene su lugar adecuado, alejado del “a ver qué van a pensar mis votantes y mis interesados”. Salvando las distancias, las obligaciones son parecidas a las de pertenecer a un club de campo o a una comunidad de vecinos: si las cuotas y derramas se aprueban conforme a las reglas solo quedan dos opciones: cumplirlas o darse de baja.

Naturalmente, no tengo ni idea de las expectativas que pueda tener el presidente después de ser primer ministro, ni tampoco de cuándo sucederá esto –yo me estoy haciendo a la idea de envejecer juntos-, pero sí tengo muy claro que, si quiere, será el mejor entrenador mundial de los chinos de los platitos., si el lector me acepta una metáfora que no es nada más que descriptiva. Además, ¿quién antes que él había conseguido que un voto en una urna, un carné en la cartera, una etiqueta colgada al cuello en un motín, tengan las mismas virtudes ante el maligno que las de portar un Detente? Me permito añadir una cosa, al margen de todo esto. ¿Qué tal si a las balas famosas, la munición de las pistolas Ramon fabricadas en Israel, se les grabase “Yo no me llamo Ramón”? Es el título de una canción, ya sabe usted, pero cualquier asidero es bueno para quienes no persiguen otra cosa que diferenciarse del partido que gobierna y que les sustenta. Los dirigentes, empleados y serviles de esos grupos le deben absolutamente todo lo que son: desde lo personal hasta lo político, e incluyendo lo profesional.

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