El parqué
Caídas ligeras
El peso de la tradición medieval, representada por esas portadas del entorno de San Juan, se conjuga con el lenguaje renacentista en Mirabal 6 y 7. De nuevo, un dintel con potentes sillares dispuestos en forma de cuñas o dovelas. Sin embargo, el enmarque ya es clásico: columnas toscanas sobre podios a cada lado y un entablamento encima. Eso sí, no faltan las licencias heterodoxas, como los capiteles, con sinuosas cintas, o la ruptura del entablamento para la apertura de un vano. En cualquier caso, todo nos llega desnaturalizado: el derribo del resto de la casa, la construcción moderna detrás y una puerta cegada que ha dejado de cumplir su sentido de servir de acceso.
Pero volvamos a la idea de la heterodoxia en el uso de los elementos arquitectónicos clásicos. En el fondo, se puede considerar una constante a lo largo del XVI. En la primera mitad, momento en el que se puede situar la portada de Mirabal, estos conceptos no llegaban a ser comprendidos o se optaba por un enfoque ornamental. En la segunda mitad, en cambio, llega el Manierismo con su interés ya intencionado por la experimentación, por la subversión del orden. Ahí hay que situar la mencionada portada del comienzo de la calle Francos, la de las Piedras Negras, único testimonio, también descontextualizado, de otra vivienda del Quinientos. En ella empezamos a encontrar una moldura que rodea el hueco de la puerta y que se quiebra en las esquinas, lo que se ha dado en llamar, de manera muy gráfica, orejetas. Este motivo alcanzará gran éxito en el XVII. A comienzos de este debe de fecharse nuestra siguiente portada, en plaza de San Marcos 1D. Junto a la referida moldura quebrada, vemos ménsulas sustituyendo a los capiteles de las esbeltas pilastras laterales. Una severa obra tardomanierista que nos sirve como preludio para ejemplos ya barrocos del mismo siglo.
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