Felipe Ortuno M.

Preguntas

Desde la espadaña

17 de julio 2024 - 03:05

Las empresas desarrolladoras del Chat GPT buscan personas cualificadas para saber preguntar. No es lo mismo hacerlo de una manera que de otra, porque el Chat responde de manera diferente. Se necesitar saber preguntar, razón por la que el Trivial me ha conquistado. En realidad, todos los juegos de preguntas me atrapan porque retan hasta dejarte a la intemperie de la nesciencia. Nada más emocionante que darse uno cuenta de cuánto ignora; siempre que no sea otro el que te lo diga, en cuyo caso me ofendería sobremanera. Saber y Ganar, que lleva 25 años en antena, es ejemplo de éxito; Pasapalabra ídem de lo mismo; la Ruleta de la Suerte ya se ha echado a la espalda 18 tacos; y, por lo que olfateo, El Cazador va por los mismos derroteros. En todos ellos hay un algo de verdad que atrae, y, por supuesto, la admiración a quien sabe y acierta.

Envidia me dan esos concursantes cuando muestran tanta capacidad y conocimientos. Mi enhorabuena. Hace unos años también rondaban, junto a estos programas de superficie, otros más sesudos que ahondaban en preguntas existenciales: la Clave de Balbín, los Libros, Negro sobre Blanco de Sánchez Dragó que rayaban los límites con preguntas imposibles de responder cuando se tiene un reloj de por medio. Eran preguntas eternas, esas que llevamos todos en el forro del alma, y no admiten sino respuestas aproximativas o descartables que, a su vez, se asomaban a otras preguntas, como la eterna noria que pretende saciar la sed de la acequia con los exiguos cangilones del retorno.

Sin duda, a lo largo de la historia hemos ido recapitulando respuestas válidas y experiencias dignas de consideración. Hemos aprendido, por ejemplo, que la envidia es el contrapunto de la felicidad, o que justicia, prudencia, fortaleza y templanza son ideas fuerza, o virtudes, como antes se llamaban, que merecen la pena para, como dicen los denostados clásicos, tener luz y sanación personal. Ahí estamos todavía, desde antaño a hogaño, de Atenas a Jerez, manteniendo el mismo programa de cuestiones y réplicas que nadie acaba de completar: Amor, Guerra, Celos, Libertad, por poner un ejemplo. Es verdad que ha cambiado la tecnología, con ella la vida; pero vivimos y morimos ¿quién lo remedia? Parece que seguimos en el mismo acicate del que hablaba Jorge Manrique: Nuestras vidas son los ríos… ¿Qué hacemos mientras tanto? Una pregunta sin importancia, ya veis. Os invito al debate, a la reflexión e, incluso, a la polémica ¿Existe Dios? ¿Qué pasa después de la muerte? ¿Qué hacemos mientras tanto?

Aquí estamos llenos de escaseces, completando los trabajos de Hércules que a su vez satisfacen algunas de las necesidades, y así dándole a la rueda hasta el se acabó ¿Eso es todo? ¿Cómo romper la rutina mecánica para que todo esto tenga medianamente sentido? ¿Cuál es el principio y el origen de todas las cosas? ¿Qué es el bien, la verdad, la belleza? ¿Qué es el ser humano y qué sentido tiene su existencia? Se trata de reflexionar sobre el sentido de la vida, su calidad o su cantidad ¿Qué aportamos a la existencia? ¿Qué es lo mucho o lo poco? ¿Qué hacer con el tiempo puesto que es tan efímero? ¿A qué decimos sí o no? Nos han educado para producir y gastar, pero poco para entender la gratuidad que nos rodea. Seguramente lo único importante. Más aún, ¿tenemos conciencia de límite? Supongo que no, porque todos posponemos lo fundamental a no sé cuándo; como si el tiempo nos perteneciera ¿Merece la pena preguntarse por lo que nos preguntamos? ¿Cómo podemos saberlo?

Los viejos pensadores de la antigüedad indagaban sobre el ser, la existencia de Dios, la felicidad y el más allá de la muerte ¿Ha cambiado tanto el pensamiento y la actualidad como para no tener en consideración las recurrentes interpelaciones de la existencia? Ya nadie sabe qué sea bueno o malo, ni siquiera interesa, como si la pregunta no existiese y mucho menos el deseo de encontrar respuesta. Sospecho que si supiéramos hacer bien la pregunta ya degustaríamos en algo los sabores de la respuesta. Acaso ¿no es preciso tener algún destello de luz para saber preguntar lo adecuado? Temo que nos encontremos en la tiniebla del pensamiento cuando desechamos cualquier esbozo de cuestión molesta, que los espejismos de la modernidad sólo presentan una realidad ficticia.

Pero ¿quién lo plantea sin que le pongan en cuarentena y sea tomado por loco? ¿Recordáis al Loco de la Colina, las preguntas que hacía entre silencios incómodos? Aquellos programas suyos encogían un poco el corazón. Ya no. Las productoras prefieren el Gran Prix del verano antes que las oscuras preguntas de un molesto comunicador que arañaba el alma. No, ya no hay locos que pregunten. Ni sabios que puedan silenciar la oleada de imbecilidad que nos anega. Wikipedia ha sustituido a Parménides, la pragmática a la utopía y McDonald al pan de masa madre. Se ha perdido la metafísica y nadie se pregunta por el ser, ni por el sentido de cuanto nos ocurre y por qué ¿Interesa saber el cómo funciona el coche? Basta la llave de arranque para sentir el rugido de los equinos.

Pero, si no nos preguntamos nada, puede que, algún día, asome una ideología dominante capaz de establecer una sociedad manipulada, hasta el punto de que, haciendo monstruosidades, nadie quiera cuestionarlo e incluso quiera justificarlas ¿No le ocurrió eso mismo a la sociedad alemana con el nazismo? ¡Qué importante es la pregunta para no incurrir en la mentira! Quizás sea la razón por la que los poderes fácticos no quieran ruedas de prensa abiertas. Una pregunta equivale a un rayo de luz en la tiniebla ¿Veis? No es preciso que tengamos respuestas. Hazte preguntas sin respuestas; y quizás halles la respuesta a tu pregunta. Prueba a hacer esta locura ¿Qué pierdes?

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